‘Alfarismo’

PUNTO CRÍTICO

Gabriel Torres Espinoza

De cara a la renovación de los poderes en 2024, en Jalisco comienza a discutirse la eventual continuidad del ‘alfarismo’. En ciencia política, el sufijo ‘ismo’ indica, antes bien, a una doctrina que deriva del pensamiento político, o bien, de una ideología que adviene con un movimiento político: ‘marxismo’, ‘neoliberalismo’, ‘chavismo’, ‘peronismo’, ‘pinochetismo’, ‘franquismo’, son tan sólo algunos ejemplos de lo anterior.

Ergo, la pregunta subyacente es: ¿existe algo así como un ‘alfarismo’? ¿Qué significa?
Si tratamos de encontrar algo que identifique y distinga ese liderazgo político y/o gobierno, en términos ideológicos, encontraríamos la vaga elucubración de una ‘Refundación’ que sigue sin explicarse y que aún no termina de entenderse —en propios, como extraños—.

En todo caso, pudo descubrir la respuesta a ello en la incumplida promesa de una nueva Constitución Política para Jalisco, para la que nunca se argumentaron, tanto los motivos, como el contenido ‘reformista’ que daría lugar a ello.

Incluso, sobre la perorata federalista —se habló de una ‘Alianza Federalista’— que codició encabezar el ‘alfarismo’, en clara contraposición a la excesiva centralización del poder político federal, como en el presidente de la República. No obstante, en realidad, se alcanzó lo contario:

i) un acomodaticio recurso propagandístico, a efectos de posicionarse mediáticamente -con dinero público- en la escena nacional como un ‘presidenciable’ en el ‘24;

ii) el vano reduccionismo del federalismo a un asunto netamente presupuestal, de confrontación en la repartición de ‘pesos y centavos’;

y iii) el ríspido y rijoso chantaje político-discursivo como un mecanismo para obtener más presupuesto —sin ofrecer mayor rendición de cuentas y combate a la corrupción, a una perversión igualmente criticable de nuestro malentendido federalismo: el ‘feuderalismo’ que convirtió a los gobernadores, como al de Jalisco, en autoerigidos ‘virreyes’ centralistas, dentro de las propias entidades federativas—.

Pero entonces, ¿qué eso que dicen es el ‘alfarismo’? Es ¿una “estrategia”? Concentrar el poder en un líder, que se asume como razón y causa única de la política en Jalisco. ¿Un “estilo”? La reiterada agresión, insultos, mal humor, caprichos y amagos como mecanismo de acción política.

La iracunda descalificación a legítimos movimientos sociales, como el feminismo o las madres de los desaparecidos.

Una ¿“ideología”? Esa progresiva abolición de la división entre poderes, la pretendida supremacía del Ejecutivo sobre partidos de oposición, los gobiernos municipales, los poderes y Órganos Constitucionalmente Autónomos.

O, ¿un “discurso”? El uso de la más vetusta propaganda que a billetazos en redes sociales procura la manipulación de la percepción social, con el propósito de forzar a reconocer logros que, son en realidad, retrocesos de este gobierno: la supuesta baja de los delitos, la violencia contra las mujeres, la inseguridad, el asedio al periodismo crítico y la libertad de expresión, o el combate fallido a la corrupción.

En todo caso, el efecto del ‘alfarismo’, ese sí evidente, es la instauración de una política insensible, que no rinde cuentas, que ha endeudado como nunca a Jalisco, que pierde la noción misma de modernidad y de respeto a las libertades.

Director Gral. de la Operadora SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresEs

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