Que despilfarro

 

PERSPECTIVA21

Verónica Juárez Piña

Entre pleito y pleito, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador ha desperdiciado la mitad de su sexenio. Ensoberbecido por la votación que recibió en 2018, presumió que encabezaría la cuarta transformación del país.

Sin embargo, a la luz de los resultados de este gobierno, los resultados concretos de este compromiso, no se ven por ningún lado.

En los tres primeros años de su administración, el presidente contó con una mayoría artificial en la Cámara de Diputados, construida a base de maniobras de Morena para robarse integrantes de otras bancadas, comprar votos y negociar candidaturas.

Su grupo parlamentario y aliados le aprobaron todas las iniciativas y proyectos de presupuesto que envió con, los que, dijo, construiría las bases de la transformación del país, lo cual se ha quedado en simple promesa.

Sin duda, la pandemia afectó a todos los países, la cuestión es que, en el caso de México, ya había indicios de que varias de las políticas públicas emprendidas antes, no iban bien, en parte por la ineficacia del gobierno y también por la necedad del Ejecutivo de confrontarse con sectores claves para impulsar el crecimiento nacional.

La política económica, es un ejemplo. La decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco fue un mal augurio y un mal cálculo. De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación, cancelar el aeropuerto de Texcoco costó 113 mil 327.7 millones de pesos, que se tendrán que cubrir con deuda y recursos públicos durante los próximos 20 años.

Sin embargo, el costo más importante es haber afectado la confianza de inversionistas. Desde entonces, el gobierno de López Obrador y los empresarios del país y trasnacionales, no tienen interlocución. La relación sigue tensa por otras decisiones, como la reforma eléctrica, que podría afectar inversiones multimillonarias de la iniciativa privada.

En tanto, la economía mexicana está prácticamente estancada producto de errores como estos y de la falta de crecimiento. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el PIB mexicano acumulará un crecimiento de apenas 0.9% entre 2019, primer año de gobierno de López Obrador, y 2022, lo que arroja un promedio de 0.22% de expansión cada año.

La inseguridad es otro grave problema desatendido. La profundización de la militarización y la creación de la Guardia Nacional no ha disminuido la extorsión, los asesinatos, los feminicidios, ni los crímenes de periodistas.

El crimen organizado actúa impunemente. En varias regiones del país, la violencia ya rebasó al Estado Mexicano y su influencia es tal que tuvieron un papel preponderante para decidir los resultados de la votación de los procesos electorales de 2021. Hoy, los estados con mayor nivel de violencia y crímenes los gobierna Morena. Veracruz, Guerrero, Zacatecas, Colima, Sonora y Baja California, entre otros.

La corrupción, que López Obrador se comprometió erradicar, sigue siendo un freno al desarrollo nacional. Los focos que la generan están intactos, entre ellos los puertos y las aduanas, cuyo control el presidente entregó a las Fuerzas Armadas.

El nepotismo ha sentado sus reales en el gobierno federal. Los escándalos que involucran al gabinete, a los hermanos, y ahora a uno de los hijos del presidente, suceden uno tras otro. Pero, en lugar de investigar en serio estos supuestos delitos, López Obrador ha optado por perseguir al mensajero, es decir a los periodistas que los denuncian.

Como van las cosas, no parece que el país mejore en los próximos tres años. Por el contrario, los resultados del gobierno podrían empeorar, empeñado como está el presidente en mantener la continuidad de la empequeñecida 4t, olvidándose del gobierno. Pero, para para mala fortuna de AMLO, ya perdió su recurso más valioso: su credibilidad, porque la gente espera algo más que retórica y promesas incumplidas.

Coordinadora nacional de Nueva Izquierda

@juarezvero

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