Prensa y poder, una relación incómoda: directivos de la revista “Proceso”

 

UdeG y el Consejo Directivo del PJP organizan una charla con directivos de la revista “Proceso”, a propósito de su 45 aniversario

La clase política mexicana todavía no entiende el papel de la prensa en un Estado democrático. “Le resulta tremendamente incómodo”, subrayó el Director de la revista Proceso, Jorge Carrasco, en la conferencia virtual “La relación de la prensa con el poder”, organizada por la Universidad de Guadalajara y el Consejo Directivo del Premio Jalisco de Periodismo (PJP), a propósito del 45 aniversario de dicha revista.

En la conferencia, moderada por las coordinaciones de las licenciaturas en Periodismo de los centros universitarios del Sur (CUSur) y de la Ciénega (CUCiénega), Carrasco dijo que, previo a la fundación del semanario, existió una salud democrática, “la relación entre prensa y poder fue una relación perfecta porque era una prensa absolutamente unificada y homologada”.

Era el tiempo en que los periódicos publicaban lo mismo: los mismos titulares, había una sola televisora, todos controlados. La excepción, Julio Scherer García en el periódico Excélsior, que al removerlo de dicho rotativo, por orden presidencial, se marca un parteaguas.

Para el Jefe de Información de Proceso, José Gil Olmos, con la llegada de la revista inicia el escrutinio del poder. “El periodismo moderno comienza a transformarse no sólo en la agenda del poder presidencial, se hace la agenda y se recupera el derecho ciudadano de revisar el ejercicio del poder”, dijo.

Desde entonces se rompió la imposición de la agenda que todavía pretende imponer el Presidente Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias matutinas. “Hemos visto cómo la ‘Mañanera” es un gran ejercicio de comunicación política que quiere establecer la agenda, y de alguna manera lo hace. En Proceso debemos de mantener nuestra propia agenda, porque es nuestra responsabilidad social el análisis crítico de la realidad mexicana y del mundo”, subrayó Gil Olmos.

La tensión entre prensa y poder sigue vigente cuando la primera se resiste a su función de vocería. “Creían que teníamos la obligación de transmitir lo que ellos quieren: su mensaje, su discurso, su versión oficial”, situación que se revirtió con Proceso, según Gil Olmos.

Para combatir esta tendencia, Carrasco destacó que el periodismo conlleva una carga política e ideológica “respecto a la revisión de los ejercicios de poder, pensando al Estado como expresión de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial”; incluidos la promoción y defensa de los derechos humanos, la libertad de información y el acceso a la información.

Pero no solamente se trata de los poderes formales, también los informales tratan de imponer su agenda, como la iglesia, el poder mediático y el poder informal del narcotráfico.

Para los integrantes de Proceso, el origen del semanario se debe a que hay un “proceso a los hechos, proceso de los hechos y proceso a los protagonistas de los hechos”; una política editorial vigente y con acento en el interés social.

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