¿Qué mató a Odalis?

HABLEMOS DE DERECHOS

Salvador Romero

La semana pasada estremeció a los usuarios de redes sociales y portales informativos la noticia sobre la repentina e inesperada muerte de la fisiculturista e “influencer” Odalis del Rosario Santos Mena de apenas veintitantos años de edad, en las instalaciones de la clínica “Skin Piel” de la ciudad de Guadalajara, Jalisco.

El caso tuvo un alto impacto porque apenas unos minutos antes de su muerte, la propia Odalis subió una historia en vivo desde su cuenta de Instagram, en la cual describió -acompañada de una aparente doctora- la intervención “rápida, fácil y segura” que le iban a realizar para disminuir la sudoración en sus axilas.

Trascendió que ella acudió a dicha clínica para hacerse dicho procedimiento cosmético, contratada por la propia clínica para publicitar sus productos, particularmente el denominado “Mira Dry”, que consiste en eliminar las glándulas sudoríparas y odoríferas de las axilas con la utilización de energía térmica.

De acuerdo a los testimonios públicos de su nutriólogo y novio, familiares y de un boletín de prensa de la clínica, la muerte de Odalis ocurrió antes de iniciar el tratamiento, mientras se aplicaba la anestesia local a la zona de las axilas (aparentemente vía intravenosa), que causó un paro respiratorio “inmediato”, por lo que cuando llegó la ambulancia nada se pudo hacer para salvar su vida.

En un comunicado emitido por la clínica al día siguiente de los hechos, ésta se deslindó de cualquier responsabilidad, señalando que Odalis había mentido sobre el consumo de sustancias o suplementos previos a la intervención, tales como “clembuterol, creatina y oxandrolona”, que según la clínica fueron los causantes de su muerte, aunque una anestesióloga consultada me comentó que ella considera que muy probablemente su muerte fue producto de una reacción alérgica.

Recientemente se dio a conocer que la clínica fue asegurada por la Fiscalía estatal, en cumplimiento a una orden de cateo para recabar mayores elementos probatorios sobre lo sucedido el día de su muerte, y de esa forma poder deslindar responsabilidades.

El abogado de la familia de Odalis, por su parte, declaró que los representantes de la clínica no han contactado aún a su familia, ni las autoridades les han informado sobre el cateo, ni sobre los resultados de la autopsia, calificando de irresponsable el deslinde de los operadores de «Skin Piel», de quienes aseguró no cumplían con la NOM-006-SSA3-2011 para la práctica de la anestesiología.

Considerando que es lógico suponer que nadie quería matar a Odalis, menos aún la clínica que pagó por su imagen para promocionar sus propios servicios, y a reserva de conocer los resultados de la autopsia, me parece importante destacar algunas cuestiones que podrían considerarse sobre las posibles causas que, directa o indirectamente, provocaron su muerte:

En primer lugar, contribuyó a su muerte la falta de una debida regulación de este tipo de clínicas de belleza lo cual facilita que operen en abundancia (lo cual no es problema nuevo, hace dos décadas Yuki Gaona «La Matabellas» inyectaba de todo en su clínica).

Las que sí me sorprenden -por carecer de sentido- son las declaraciones del abogado de la familia de Odalis, en el sentido de que no cumplían con la NOM-006, cuando de acuerdo con la anestesióloga que consulté, es falso que estas clínicas deban de cumplir con dicha Norma Oficial, toda vez que en ellas nunca laboran anestesiólogos (ya que ni siquiera es requisito legal que cuenten que uno).

En segundo lugar, también fue factor la recurrente falta de ética de muchas y muchos médicos y pseudo-médicos, que muchas veces son víctimas de un conflicto de interés entre hablar con la verdad o ganar dinero, que trae como consecuencia que no informen adecuadamente a sus pacientes de los riesgos detrás de las cirugías estéticas y/o que no hagan una debida valoración de riesgos, que son indispensables incluso para realizar intervenciones aparentemente muy sencillas como la que mató a Odalis.

En tercer lugar, fue víctima de la falta de ética de la industria de la belleza, que gasta billones de dólares al año en campañas de mercadotecnia dirigidas a promocionar productos y servicios cuya finalidad es implementar la necesidad de consumirlos para alcanzar la felicidad o plenitud.

Finalmente, y hasta cierto punto como producto de lo anterior, fue víctima también de una «cultura de la belleza» que lleva a una competencia permanente entre las personas, la mayoría mujeres, que están dispuestas a correr casi cualquier riesgo con tal de “verse mejor” y de acercarse lo más posible a la “perfección estética” y al “estatus social” que conlleva ser bella y atractiva.

Comisionado ciudadano del ITEI Jalisco

@chavaromero

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