El control ‘necropolítico’ de la pandemia

PUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza

Al parecer la muerte por Covid-19 nos está siendo tan cotidiana, que será la constante que nos escoltará en los próximos meses. Pareciera que se trata de normalizar las muertes diarias por Covid, al punto de que signifiquen sólo estadística. Los decesos no serán problema, no hasta que la política los recoja, si llega a ocurrir.

La Secretaría de Salud reportó 208 nuevas muertes por Covid-19, con lo que suman 79 mil 88 en México. Se registran 761 mil 665 casos acumulados: 3 mil 712 más que el día anterior.

Además, 35 mil 294 casos sospechosos a la espera del resultado de una prueba; 189 mil 288 casos sospechosos sin muestra de laboratorio.

Mientras que, la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) informó que ayer “se alcanzó la cifra más alta de casos activos en Jalisco, desde el 14 de marzo de 2020, cuando se registró el primer caso de COVID-19 en la entidad”.

La SSJ ayer reportó “4 mil 24 casos activos” … “Jalisco reportó ayer 42 fallecimientos más a causa de la enfermedad por el nuevo coronavirus”. “A la fecha, en Jalisco se acumulan un total de ¡3 mil 374 defunciones confirmadas por la infección del SARS-CoV-2!”.

La ‘necropolítica’ (término que fue acuñado por Achille Mbembe) refiere precisamente al uso del poder (económico, social, político) para disponer la forma en que algunas personas pueden vivir, y cómo otras son desechables y deben morir (los sectores marginados, especialmente), como parte de una suerte de ‘selección natural’.

Cara a la pandemia de Covid-19, el individualismo exacerbado nos lleva a la indiferencia. Que fallezcan los que sea necesarios para sostener a ‘su majestad el mercado’.

Al fin, que los muertos no votarán en las siguientes elecciones. Los fallecidos, además, son parte de un sector, que, en su mayoría, son personas de la tercera edad, que ya entregaron gran parte o la totalidad de su vida laboral al Estado, y que además padecían enfermedades preexistentes.

De forma que esos extintos son prescindibles para las lógicas de acción de la ‘necropolítica’.

¿Qué produce la banalización de la muerte durante la pandemia por Covid-19? Tal vez la cantidad de difuntos reportados a diario y la normalización del dolor ajeno, que auspician la idea de que somos absolutamente desechables para el poder económico, político y social.

Apenas, porciones reemplazables en una maquinaria de consumo que debe prevalecer, cueste lo que cueste.

De forma que nos conminan a que vivamos los siguientes meses en una ‘nueva normalidad’, dónde la muerte masiva y súbita de personas, sea parte de esa cota que corresponde a una ‘nueva realidad’, donde todo se ‘reactiva’, al costo que sea necesario (la vida misma, incluso).

Acaso, miles de caídos que se observan con absoluta indiferencia por la mayor parte de la sociedad, que no pertenecen a ese 20 por ciento que requerirá atención médica, en caso de contagiarse del Covid-19.

La salud pública, como lo ha escrito el Dr. Frenk Mora “constituye un encuentro entre lo biológico y lo social, el individuo y la sociedad, lo técnico y lo político, y entre el pensamiento y la acción”.

Para reactivar la economía, se debe controlar, primero, la pandemia: bajar los niveles de contagio y los decesos diarios, para poder reactivarnos. Pero la ‘necropolítica’… prevalece.

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