Basura, cosa de todos los días

HACIENDO ADOBES/Miguel Zárate

Las cifras de terror que arroja la letalidad de la pandemia no dejan de quitar el sueño, pero, a decir verdad, hay otras cosas en la vida comunitaria que tampoco pueden hacerse a un lado y más si se trata de servicios fundamentales que son comunes y cotidianos y quizá por ello los desdeñamos.

Y es que no por trienios o sexenios sino por décadas debe considerarse el rezago que existe en la atención al problema de la basura.

Cada gobierno estatal y municipal, como si se tratara a veces de un tema marginal, realiza intentos para resolver tanto su recolección como tratamiento y destino final, a su manera y entender.

Lo cierto es que casi de manera invariable el asunto, tan analizado y estudiado, termina en acciones aisladas, medidas parciales, soluciones a medias, etcétera, pero nunca con el ánimo de ir al verdadero fondo.

Desde que las autoridades de los principales municipios prácticamente renunciaron a sus obligaciones en la materia, para entregar, y de manera onerosa y no pocas veces descuidada, la responsabilidad a particulares, la cuestión ha pasado a convertirse en agenda política y así, como peloteando una a la otra, se suceden administraciones incapaces de ofrecer un servicio eficiente y con perspectiva de genuina modernización.

¿Cómo podremos los municipios planificar y hacer un manejo de acuerdo a las nuevas tendencias mundiales si cada quien dedica sus esfuerzos a atender lo inmediato? Necesitamos un espacio común en el cual trabajar de manera estratégica, que nos vuelva eficientes en el presente y capaces de enfrentar el futuro, dejando de lado las medidas cortoplacistas.

Claro que, dada la conurbación, es de esperar que los municipios involucrados actúen de manera uniforme y coordinada, pero es aquí donde se han encontrado los más significativos escollos.

Por ello resulta difícil de entender que a la fecha no se haya logrado conjuntar un esfuerzo en común cuando los transportes de residuos circulan por toda la ciudad y convergen en centros de depósito.

Sí cada localidad marca su propia línea en este sentido, lo único que podemos esperar es lo que regularmente vemos: desorden, ineficacia y a veces caos.

De ahí la absoluta necesidad de que, como en otros renglones como el abasto de agua o la seguridad, la basura sea manejada dentro de otro concepto, a fin de llegar a un sistema metropolitano que dé seguridad a la población en cuanto a su especialización, homogeneidad y calidad de servicio.

Parece ideal, pero en la realidad es totalmente alcanzable cuando, se supone, existen condiciones políticas por ahora propicias pero que, como ha sucedido en el pasado, no siempre coinciden y hacen más difícil llegar a la toma de acuerdos de intermunicipalización.

El reto no es sencillo. Solamente la zona metropolitana de Guadalajara genera algo así como cuatro millones de kilos de basura todos los días ya que sus habitantes están entre los que más desperdicios generan de todo el país.

Sin embargo, hay casos mucho más graves, como el de la ciudad de México, que, sin considerar su vasta conurbación, por sí sola genera más de tres veces basura que el AMG.

Lo sorprendente es que allá las medidas están dando resultados, incluyendo la práctica de separación de la basura que cada vez arraiga más en la conciencia de los capitalinos mientras que, cuando aquí se ha intentado, regularmente termina en fracaso.

En México todo esto es parte de un programa denominado “basura cero” y no hay duda de su gran avance y progreso.

Aquí los cambios políticos no han traído mayores beneficios al manejo del problema. Tampoco ha existido la voluntad decidida de lograrlo.

El camino más congruente es el de crear efectivamente ese sistema metropolitano a través de una “agencia metropolitana de residuos” mediante el cual pueda contarse con una planeación integral, erradicar los vicios e ineficiencias derivados muchas veces de los grandes intereses en juego.

Un buen ejemplo lo están dando los municipios de otras regiones del estado, que se agrupan y realizan tareas en común en algo denominado “Simares”.

Aquí los llamados “puntos limpios” son un buen principio, pero hay que dar por descontado que no trascenderán mientras se trate más bien de puntos aislados en un entorno tan complejo.

La integración del sistema conurbado, al margen de las discrepancias de orden político, podría ser el principio para una solución que anhelan casi históricamente los moradores de la gran capital de este estado.

Y bien puede estar al alcance de la mano.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Zapopan

@MiguelZarateH

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