A la baja la influencia de la iglesia en España: El País

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En un estudio publicado por el diario español, El País definen el papel de la iglesia católica de influyente a casi irrelevante y el número de creyentes ha descendido en el último siglo.

El resultado de este creciente desencuentro entre Iglesia y sociedad es que el número de sus fieles declarados no cesa de disminuir. Los españoles que se definen como católicos practicantes solo representan ya el 18%: la cifra más baja del último medio siglo, inferior ahora incluso, por vez primera, a la de quienes se definen como no creyentes (24%).

Cierto que, al mismo tiempo, quienes de un modo u otro y con más o menos matices o reticencias acaban definiéndose genéricamente como católicos suponen un masivo 73%.

Pero cierto es también que los que se dicen católicos poco practicantes o no practicantes (y que en conjunto representan el 55% de la población adulta) presentan actitudes y opiniones sobre casi todas las grandes cuestiones más cercanas a las de los no creyentes que a las de los practicantes y, sobre todo, que a las de la jerarquía eclesiástica.

O lo que es igual: dentro de ese 73% de católicos genéricos, la gran mayoría se hallaría quizá en una especie de voluntaria militancia suspendida, con fidelidad —cabe suponer— al mensaje evangélico de base pero con escasa atención, cuando no plena sordera, a la actual voz de sus pretendidos pastores.

Los obispos ocupan uno de los últimos lugares en la tabla de confianza ciudadana, junto a políticos y bancos, con una evaluación fuertemente crítica (un saldo de 60 puntos negativos, frente, por ejemplo, a los 43 positivos que registra Cáritas).

Para tres de cada cuatro españoles (e incluso para la mitad de quienes son católicos practicantes), la Iglesia no ha sabido adaptarse a la sociedad española actual; para seis de cada diez, transmite más una imagen de dureza y condena que de bondad y perdón.

Y los obispos son severamente evaluados (con puntuaciones medias que solo llegan a 3 en una escala de 0 a 10) en cuanto a su conocimiento y comprensión de la España actual y a la medida en que contribuyen, con sus mensajes y declaraciones, a la concordia social.

La Iglesia española parece así haber recorrido, en los tres últimos decenios, un triste camino: perdida la influencia social que un día tuvo, tiende ahora a rozar la irrelevancia.

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Fuente: El País

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