¿Necesita Donald Trump una guerra?

DIVISADERO/Eduardo González

Tras haber librado con cierto éxito los primeros tres años de gobierno; haber maniatado a la oposición que hoy por hoy no tiene una figura de mucho peso político para presentarse en la contienda electoral; mantener niveles de aceptación suficientes para encabezar las preferencias electorales este año; conseguir que la economía caminara y generara al menos seis millones de empleos; tener la seguridad que los senadores detendrán el juicio político en su contra; abandonar pactos internacionales establecidos en la presidencia de Barack Obama y no tener, por ello, consecuencias serias con su base electoral; lo que menos necesita Donald Trump para caminar con relativa calma al “súper martes” 3 de noviembre, es una guerra.

Este año el jefe de la Oficina Oval tiene tres retos fundamentales. Para resolverlos a su favor, en ninguno de ellos aplica la fórmula bélica.

Ir a una guerra contra Irán sería mucho más costoso que las aventuras en Afganistán e Irak.

En un año electoral y con la economía moviéndose, me parece que la guerra no es una opción. A pesar de lo que pudiésemos suponer, el día de ayer Trump pensó lo mismo.

La escalada del conflicto entre Irán y Estados Unidos desde finales de diciembre pasado, parece tener un freno sensato por parte de la Casa Blanca.

Quizá no sea una posición totalmente planteada por Trump, es un hecho que al interior de círculo más cercano existen posiciones encontradas como la del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien se ha manifestado abiertamente por el enfrentamiento militar, pero al final la decisión tomada ha sido la correcta dando mayor peso a las formas expuestas por el vicepresidente, Mike Pence y el secretario de defensa, Mark Esper.

Trump ha optado por sanciones económicas a Irán, para obligarlo a reducir la intensidad de su programa nuclear, y evitar también, que el conflicto escale a otras geografías aliadas de Estados Unidos.

Sin embargo, recordemos que el llamado Grupo 5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia más Alemania) e Irán firmaron en 2015 el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), que impuso ciertas limitaciones al programa nuclear iraní, pero que fue el mismo presidente de Estados Unidos quien rompió el pacto en mayo de 2018.

Debido a eso, Teherán comenzó a recortar gradualmente el cumplimiento de sus compromisos nucleares.

Si bien, el asesinato del general Qasem Soleimani, comandante de las brigadas Al Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán y uno de los hombres más poderosos de ese país, fue la respuesta norteamericana por la muerte de un contratista estadunidense el 27 de diciembre pasado en Kirkuk, y que parecía encendería la mecha de un enfrentamiento bélico de dimensiones globales, esto al día de hoy no ha sucedido.

Sin restar importancia a los misiles iraníes que han impactado la “zona verde” de Irak y las diversas manifestaciones callejeras orquestadas por chiítas en Bagdad, así como el asedio a la embajada estadunidense.

Por vía de mientras, Irán consiguió que Irak determine expulsar las tropas estadunidenses de su territorio, lo cual convierte a los militares estadunidenses en una fuerza de ocupación; además de continuar con su programa de enriquecimiento de uranio.

Al tiempo que Trump, evitó desviar la opinión pública del juicio político que se le sigue para que los senadores republicanos lo destraben con mayor facilidad.

Estoy cierto, que lo único que podría descarrilar el camino a la reelección de Trump sería una guerra con Irán.

El jefe de la Casa Blanca parece que lo ha entendido a tiempo y la ha parado.

Profesor investigador del Tec de Monterrey

@contodoytriques

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