Ahora es Colombia

PARTIDERO/Eduardo González

Las movilizaciones en América Latina no paran: ora por el golpe de Estado a Evo Morales en Bolivia; ora por el modelo económico neoliberal chileno; ora por la insistencia de aceptar créditos del Fondo Monetario Internacional en Ecuador.

Las razones sobran, el encono entre gobiernos y sociedad se profundiza, las calles y banquetas se desbordan por cientos de miles de indignados que exigen virajes significativos en la política y economía de sus naciones.

El escenario se recrudece por la sordera institucional que apuesta por la criminalización y descalificación de las movilizaciones.

Se profundiza la falta de visión para observar el origen del hartazgo ciudadano.

Podemos decir que el fin del ciclo de los gobiernos de izquierda en Sudamérica está siendo marcado por el descontento social en el marco de gobiernos de derecha que insisten en echar por la borda algunos logros de administraciones de izquierda.

Esta semana fue el turno de la sociedad colombiana. Las razones: exigir al gobierno el cumplimiento de los acuerdos de paz, detener los asesinatos de líderes sociales y garantizar la vigencia del actual régimen salarial y de pensiones.

A las calles salieron sindicatos, organizaciones sociales, colectivos de estudiantes y maestros, grupos de víctimas y partidos políticos de todas las tendencias. A querer o no, la pluralidad y la coincidencia han marcado las movilizaciones. Eso lo deben entender las autoridades.

Colombia vivió el paro nacional más nutrido de los últimos años. Es evidente el rechazo al presidente Iván Duque, quien apenas lleva 15 meses en el poder.

Fiel a la tradición de gobiernos latinoamericanos, enfrentó a las manifestaciones pacíficas con represión en Bogotá y Cali. Además de decenas de heridos y detenidos, en Cali se decretó toque de queda. La misma estrategia fallida utilizada en Chile.

En las manifestaciones sudamericanas comenzamos a escuchar voces que trascienden las fronteras. Voces de apoyo a los movimientos de otras naciones.

Los ciudadanos latinoamericanos uniéndose para exigir mejores condiciones de vida. Mejores marcos sociales, políticos y económicos para desarrollarse. Mejores gobiernos que velen por los intereses de la colectividad y se aparten de sus agendas personalísimas.

Que se ponga alto al desempleo, a la extensión de la edad de la jubilación, al aumento de los precios en los servicios que ofrece el Estado, que se detenga la violencia, que se combata la corrupción, que paren los asesinatos de los líderes sociales.

Todas las demandas se enmarcan en el común denominador de la desesperación ciudadana en nuestro subcontinente.

Lo interesante de todo ello, es que más allá de los nuevos actores que se movilizan en otras geografías, los que se encuentra en pie de lucha no se paralizan, es decir, la agitación y el descontento social en Latinoamérica va en aumento.

Profesor investigador del Tec de Monterrey

@contodoytriques

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