Culiacán: evidencias y consecuencias

PUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza

Lo ocurrido en Culiacán pone de manifiesto tanto evidencias como consecuencias que no deben pasar inadvertidas.

Lo que es un hecho es que la insultante inseguridad, corrupción e impunidad que prevalece en nuestro país hacen que el Estado de Derecho siga pareciendo más una entelequia o quimera, que una realidad.

Más aún, desde hace tiempo, el monopolio de la violencia física legítima que debe asistir a la asociación política por excelencia, el Estado, es a todas luces insostenible, como principio fundamental, en nuestro país.

Los hechos acaecidos en la capital sinaloense, hacen indefendible que el Jefe del Estado siga viajando en aerolíneas comerciales, toda vez que lo mantienen incomunicado ante una gravísima crisis de seguridad como la sucedida el jueves pasado.

En el Mundo, los aviones a disposición de los primeros mandatarios no son un lujo, sino una herramienta de trabajo de la mayor importancia: desde ahí pueden ejecutar las más sustantivas decisiones, puesto que les asiste un sistema de telecomunicaciones del más alto nivel.

Por otro lado, hoy más que nunca, resulta ineluctable robustecer la cooperación bilateral entre México y E.E.U.U. a efectos de evitar una eventual intervención armada en nuestro país, con el fin de resolver un problema en el que reiteradamente se ha visto superado el Estado Mexicano.

En varias ocasiones, Donald Trump, ha señalado que podría enviar a sus Fuerzas Armadas para hacerse cargo de los “bad hombres”.

Para el país vecino del norte, esto representa un asunto de seguridad nacional con dimensión geopolítica.

Para el nuestro, la política exterior se define entre la cooperación o la intervención.

Adicional a lo anterior, debe prestarse especial atención al hecho de que, desde hace años, las Fuerzas Armadas de nuestro país han expresado su inconformidad de hacer labores de seguridad pública, para las que definitivamente no están capacitados.

Ahora, se les han conferido otras responsabilidades: se ha desplegado un importante número de elementos para hacer labores de patrulla fronteriza en el norte y sur del territorio nacional; y se les ha encomendado la construcción del aeropuerto de Santa Lucía.

Ello, sin mencionar las reiteradas humillaciones a las que han sido expuestos últimamente. ¿Cuánto más tolerarán las Fuerzas Armadas?

Esto resulta especialmente alarmante, y no debe dejar de considerarse, a la luz de lo anterior, el riesgo potencial y latente de un Golpe de Estado.

Por supuesto, ante la disyuntiva: o la captura de un capo, o la salvaguarda de la vida de civiles, sólo una persona sin juicio podría elegir la primera opción [la captura].

Pero eso no es lo cuestionable, sino la estrategia para llevar a cabo una empresa de tal envergadura.

El Gobierno de la República refrendó la decisión de anteriores presidentes de combatir los cárteles con las Fuerzas Armadas, y parece que también la de atrapar a los capos de la droga.

Por lo menos esto último, no ha funcionado: la inseguridad se ha magnificado en virtud de que se crean un mayor número de células cada vez más violentas en busca del control del territorio.

El Estado debe empezar por replantear la estrategia: no se pueden esperar resultados diferentes con la misma fórmula…

Director General de la Operadora SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresE

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