Serena MORENA

CAVILANDO ANDO/Alfonso García Sevilla

La vida política democrática de México ha vivido de manera intensa a raíz de la derrota del PRI en los comicios del 2000.

A lo largo de estos 19 años, hemos padecido una oleada de partidos, muchos de ellos van y vienen como rémoras o satélites de otros mayores y otros cuya vida dependió de una figura carismática o caudillo, cuya figura no bastó para institucionalizar al partido político.

Dos ejemplos muy similares: El Partido de la Revolución Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas y el Movimiento de Regeneración Nacional de López Obrador.

La institucionalidad se basa en cómo el partido consolida su organización y funcionamiento.

Ángelo Panebianco, señala que el desarrollo de intereses en el mantenimiento de la organización, está vinculado al hecho de que desde las primeras fases de su vida, la organización debe para sobrevivir, distribuir incentivos selectivos a algunos de sus miembros (cargos de prestigio, posibilidad de carrera, etc.), lo que comporta el establecimiento de procedimientos para la selección de las elites, de los cuadros dirigentes en los distintos niveles de la organización; por otro lado, el desarrollo y la difusión de lealtades organizativas, que tiene que ver con la distribución de incentivos colectivos (de identidad) tanto a los miembros de la organización (militantes), como a una parte de los usuarios externos (el electorado fiel).

Ahora bien, el sol azteca y Morena nacen de la mano de un movimiento encabezado por un caudillo, ambos prófugos del sistema priista y que aglutinan a su alrededor a los más diversos intereses.

El PRD jamás superó la etapa de las tribus y a poco de 30 años de su fundación, está por desaparecer. No se institucionalizo.

Mismo riesgo tiene Morena, de la mano de su líder, pareciera que lo sucedido este fin de semana en sus asambleas para renovar la dirigencia nacional muestra que la descomposición puede ser más rápida, porque a diferencia del PRD, ellos logran la presidencia de la república en su primera elección presidencial.

Sus asambleas distritales en varios estados de la República se realizaron en medio de pleito, incluso en los distritos de Zacatecas, Coahuila, Guanajuato y San Luis Potosí tuvieron que ser suspendidas, así como en Jalisco, donde además de agresiones con armas de fuego, hubo robo de padrones de militantes y equipo de cómputo.

Morena es un partido frágil, que depende de su sobrevivencia del caudillo López Obrador, quien gracias al hartazgo de la gente por las opciones institucionalizadas (PRI y PAN) arrasó en el pasado proceso electoral del 2018.

Sin embargo, la lucha encarnizada de los grupos y tribus que lo conforman, al gozar de los beneficios del poder, ponen en riesgo su permanencia a mediano plazo.

Una muestra más de que en México, la lucha interna y externa de los partidos es por el poder mismo, sin altura de miras para consolidar proyectos, tanto de partido como de nación, tendientes a lograr esquemas de beneficio para los que aquí vivimos.

A esperar el deslinde de culpas y la ausencia de consolidación del proyecto Morena.

Politólogo, Profesor Universitario y miembro del Claustro académico del ITEI

@aagsevilla

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