Los exterminadores de iguanas en el sur de la Florida no dan abasto

Las iguanas verdes, naturales de América Central y Sudamérica, han encontrado el paraíso en el sur de Florida, donde su proliferación es tal que un organismo oficial ha dado al ciudadano común licencia para matarlas, aunque muchos de los afectados prefieren recurrir a profesionales.

Blake Wilkins y Perry Colato fundaron Redline para dar servicio a las personas que no quieren “mancharse las manos” exterminando ejemplares de la especie Iguana iguana en su propio jardín, pero están hartos de recoger a diario sus excrementos en la piscina o de tener que ahuyentarlas de los lugares más recónditos de su casa.

“Llevamos muchos años haciendo actividades al aire libre en Florida y nos dimos cuenta de que aquí había una crisis con estos animales, pensamos que sería muy bueno poder ayudar a resolverlo”, dijo Wilkins durante una entrevista en Hollywood (Florida).

A principios de julio la Comisión de Conservación de Fauna y Flora de Florida (FWC) difundió un comunicado en el que alentaba a los ciudadanos “a matar iguanas verdes en su propiedades siempre que sea posible”, pero a hacerlo de manera rápida y con el menor “sufrimiento”.

Se recomienda el uso de escopetas de aire comprimido o un golpe con un objeto contundente, pero no se permite congelarlas vivas, quemarlas, ahogarlas o envenenarlas, porque aunque no es una especie protegida sí está cubierta por las normas contra la crueldad animal.

La decisión de FWC fue criticada por la Fundación por los Derechos de los Animales de Florida y otros grupos parecidos, que la tildaron de “irresponsable” e impulsaron un movimiento en las redes sociales para mostrar su rechazo.

Los defensores del exterminio de las iguanas verdes que han invadido el sur de Florida alegan que esta especie animal foránea está afectando el ecosistema del estado, especialmente los jardines y campos de cultivo, y además puede transmitir enfermedades.

“Aquí hay mucho terreno y no hay nada que limite su procreación, por lo que están destruyendo los paisajes y acelerando el proceso de erosión de algunas zonas”, advirtió Wilkins, mientras sostenía entre sus brazos una de las iguanas que había capturado esa mañana.

Una hembra de Iguana iguana puede poner hasta 80 huevos al año.

Wilkins y Colato prefieren atrapar a la iguana, algunas veces “directamente con la mano” y otras colocando trampas con comida, especialmente con aguacate, antes que matarla en el lugar.

Algunos medios locales han reportado algunos casos de heridos de bala desde que se dio luz verde a la eliminación de iguanas.

En Boca Ratón, al norte de Miami, un joven recibió un disparo accidental por un hombre que intentaba hacer una cacería por su cuenta.

A los pocos días, un par de adolescentes impulsaron un negocio en esa zona y se promocionaban para matar iguanas de forma segura a partir de $25.

“Hay gente que no está entrenada para ello, no sabe cómo controlar una situación así o cómo manejar un rifle, y eso puede acabar generando un problema muy grave”, indicó Wilkins, de 32 años.

“Al fin y al cabo son animales salvajes con unos dientes y unas uñas muy afilados, con un montón de bacterias que pueden transmitir salmonela, por ejemplo”, agregó Perry Colato, que combina su trabajo de bombero con el de exterminador de iguanas.

Estos animales pueden llegar a medir hasta dos metros (6,5 pies) de longitud y se caracterizan por su color verde brillante, sus cortas patas y unas garras muy afiladas.

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