Pelea callejera

CON CHANFLE/Raúl de la Cruz

Por voluntad propia cada semana tomo un día para transportarme en el servicio público.

En esta ocasión transitaba en la ruta 58B muy quitado de la pena.

El repleto camión circulaba por las húmedas calles de la metrópoli ya que la noche anterior había llovido a cantaros. -Por cierto, es bastante fácil y cómodo responsabilizar a la ciudadanía por las inundaciones al tema de la basura pero poco a nada se ha hecho en la modernización de los drenajes de la ciudad a pesar de su irresponsable crecimiento de manera vertical-.

Próximo a pedir la parada, observé que un ciclista circulaba en medio de la calle y el chófer del camión hacía sonar su claxon de manera insistente para que se orillara.

En respuesta el ciclista, levantó el dedo en señal de “púdrete”.

Enojado el conductor de la unidad, hace intentos de atropellarlo pero se frena repentinamente y todos los usuarios tenemos que mantener el equilibrio.

Transitábamos por la calle Jesús González Ortega. Íbamos a cruzar la calle de Hospital pero el semáforo se puso en rojo. El chófer enardecido se paró y nos dijo: “Me disculpan un momento. Voy a pártirle la madre a este cabrón”.

El ciclista ya lo esperaba. Era un flacucho, melenudo con los brazos tatuados con la correspondiente indumentaria pedalista.

Por el contrario el conductor era un tipo corpulento de brazos anchos y un estomago pronunciado, sin llegar a panzón.

Sin mediar palabra. Se pusieron un guardia. El chófer finta un volado de derecha pero cambia su brazo por un oper que se estrella en la mandíbula del melenudo ciclista, luego lo remata con un gancho al hígado que se escuchó bastante sonoro.

El pedalista intenta el abrazo pero el chófer lo vuelve embestir con un volado de derecha que le pega en el parietal izquierdo.

Tras certero golpe el ciclista se tambalea pero no cae hasta que recibe un recto en pleno rostro que lo mandó hasta la banqueta.

Los usuarios del camión a la expectativa en las ventanillas. “Remátalo”, grita una señora regordeta que iba en el asiento amarillo.

El chófer, lo agarra de las greñas y de grita: “cabrón, ponte a leer el reglamento de tránsito. Los ciclistas deben circular por el lado derecho, mira esas rayas, mira las rayas al momento de abofetearlo, esas rayas indican tu carril de circulación, ¡pendejo!”.

Lo deja y regresa el volante. Esperó el verde y continúa su camino.

El pobre ciclista se quedó sentado en la banqueta con la mirada perdida. Quien lo iba imaginar un chófer dando lecciones de vialidad…a madrazos.

Periodista deportivo

@Rulasdelacruz

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