Ocaso de un sexenio e inicio de nueva etapa

PESIMISMO ILUSTRADO/Jorge Rocha

Terminaron seis años del gobierno federal que tuvo la mayor desaprobación ciudadana hacia un primer mandatario en varias décadas.

Ni Ernesto Zedillo, ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón tuvieron tantos detractores, y sí hablamos en términos gruesos, tres encuestas nacionales (El Universal, El Financiero y Grupo Reforma) coinciden en que al menos siete de cada diez mexicanos le otorgaron una calificación reprobatoria al presidente saliente, Enrique Peña Nieto.

Tres eventos cierran con “broche de oro” lo que fue esta desastrosa administración federal, la “pseudo” inauguración de las pruebas de la Línea Tres del Tren Ligero, la puntada de afirmar que había cumplido con el 97% de sus compromisos de campaña (asunto que nadie creyó); y el otorgamiento del Águila Azteca, máxima condecoración de nuestro país a un extranjero, al yerno de Donald Trump, Jared Kushner.

Éste último hecho generó una enorme controversia en redes sociales y le ganó al presidente saliente la última gran ola de críticas a su mandato.

La gestión de Peña Nieto no tuvo ningún avance sustantivo en las grandes agendas nacionales y quizá lo único que se le reconocerá es la reforma en telecomunicaciones que hizo del internet de banda ancha un derecho universal (que no es vigente para todos aún), que logró la transición de lo análogo a lo digital, que concesionó un nuevo canal de televisión abierta nacional y que ahora las llamadas de larga distancia no tienen costo adicional. Fuera de ello, la memoria de este sexenio estará marcado por la violencia y la corrupción.

También por fin concluyó este largo y tortuoso tiempo de transición, donde hubo de todo, un presidente en funciones ausente y desentendido de la vida pública y un presidente electo que no gobernaba, pero tuvo todo el poder real de su lado y que tomó decisiones sin poderlas lleva a cabo porque efectivamente hasta hace unos días realmente gobierna.

El mandato para Andrés Manuel López Obrador es muy claro: impulsar cambios profundos en el país y dar resultados en materia de inseguridad pública, en combate a la pobreza, en reducción de la desigualdad; y en desterrar la corrupción y la impunidad.

Un asunto central para lograr llevar a buen puerto su gobierno y la llamada “cuarta transformación del país” es que sus equipos logren ponerse de acuerdo, que generen una sola ruta de cambio y que sean efectivos y eficientes en la administración pública federal.

Las buenas intenciones no logran cambios profundos, más bien son los colectivos de personas que trabajan eficientemente los que logran dar vida a las ideas y las propuestas. Se pueden tener excelentes planes, se puede contar con muy buenas intenciones, pero es la capacidad de gestión pública la clave para materializar las transformaciones sociales.

Desde esta perspectiva preocupa que en el gabinete del Presidente López Obrador haya personajes de perfiles ideológicos tan distintos, parecería que dentro de sus colaboradores hay “agua y aceite” y que los conflictos entre ellos se vislumbran muy claramente frente a

ciertas agendas. El cúmulo de cargos públicos ganados por el partido del Presidente implica un reto en sí mismo, ya que se necesitarán de acciones muy coordinadas y de mecanismos de resolución de conflictos muy bien aceitados para que los procesos de transformación prometidos fluyan como debe ser.

Desde esta perspectiva, uno de los riesgos más grandes de esta aplanadora política que ahora se llama MORENA, es precisamente su capacidad de procesar las diferencias internas y la tarea de generar alianzas con otros actores políticos para el logro de ciertos objetivos.

En buena parte de la población mexicana predomina un sentimiento de esperanza, hay confianza de que las cosas pueden cambiar; y creo que a cualquier administración que comienza su camino se le tiene que otorgar por lo menos el beneficio de la duda, ya que estoy convencido que el país saldría muy lastimado si volvemos a tener un sexenio como el que acaba de terminar.

Por supuesto que este inmenso bono democrático que tiene López Obrador no es un sinónimo de ausencia de crítica, ya que como ya se ha dicho antes, el mayor contrapeso que tendrá MORENA en estos años será precisamente la sociedad civil.

Profesor investigador del ITESO

@JorgeRochaQ

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