Apuntes breves: 3 claves sobre las elecciones intermedias en EEUU

CESAR-NUEVARESTAURACIÓN/César Ruvalcaba

Entre mucha expectación, cierta dosis de esperanza y una polarización en escalada, se llevaron a cabo las elecciones intermedias (midterm) en Estados Unidos. Tanto Demócratas como Republicanos se quedaron con el grito ahogado en la garganta; el sabor en la boca fue agridulce.

En realidad, los resultados no reflejan algún cambio sustancial en el votante promedio estadounidense aunque es verdad que modifican la configuración política de las cámaras. Los demócratas avanzaron, los republicanos resistieron el embate.

Aparentemente, lo más relevante podría ser que los demócratas arrebatan el control del congreso (219-193) o que los republicanos retienen -incluso amplían- el control en el Senado (como estaba previsto).

Sin embargo, hay una serie de elementos que pueden resultar mucho más interesantes y reveladores sobre lo acontecido en este proceso electoral; pequeñas manifestaciones y evidencias que nos dicen mucho del presente que se vive y del futuro que se puede anticipar. De manera sucinta y muy básica propongo la enumeración de algunos:

1) Se reafirma el momento feminista: si existe un signo transversal y común capaz de ocupar y articular el significante vacío de los movimientos políticos contemporáneos, son las mujeres. En está elección se dejaron sentir: superaron el número de candidaturas en todo los espacios, obtuvieron una representación histórica en el congreso (95 escaños) y ganaron 10 gubernaturas.

Pero, sobre todo, ocuparon un discurso y propusieron un marco de disputa propio. Lo que algunos se empeñan en ver marginal, radical y pasajero, es en realidad la oportunidad de articular una serie de demandas bajo el significante feminismo. El feminismo invade y ocupa lo público pero también lo moral. Su reivindicación está en los discursos y en las calles. Recorre todos los continentes, es una nueva ola.

2) El discurso de clase resurge y conecta: la próxima vez que alguien les comente que el discurso de clase está trasnochado y obsoleto, sugiéranle que observe el contexto político mundial de nuestros días. Alexandria Ocasio-Cortez arrasó con casi el 80% de los votos su elección como congresista por Nueva York.

Su discurso fue absolutamente de clase. A pesar de su ascendencia afro-latina o su condición de mujer, no fue su identidad a la que apeló. La retorica que abanderó llamaba a construir un sentido de clase con todos aquellos que ven cómo, progresivamente, se recortan sus servicios públicos, sus pensiones, sus derechos laborales, su esperanza. Su discurso convocó a los excluidos y perdedores de un sistema económico que consideró injusto.

Su argumentación convocaba a la cohesión de clase, más allá de las identidades particulares. Y funcionó. Es verdad que el discurso identitario también se evidenció en este proceso –dos mujeres musulmanas en el congreso, nativos americanos e indígenas apelando a sus raíces, un gobernador abiertamente homosexual, etc.-, pero existe un telón de fondo distinto que presupone la articulación social a través de claves distintas.

En este sentido, el ejemplo de Ocasio-Cortez es ilustrativo de un relanzamiento común de la clase como espacio de construcción colectiva frente al individualismo imperante.

3) El clivaje centro-periferia se confirma: en un momento político en donde las ideologías parecen extraviadas, confundidas o diluidas, se reafirma una condición fundamental que se está reproduciendo en casi todo proceso electoral reciente: la diferenciación entre el votante de las grandes ciudades –de los centros urbanos- y los votantes de las zonas rurales.

Este martes en Estados Unidos, las grandes ciudades se pintaron republicanas y las periferias salieron a defender la política de Trump. Las explicaciones sobre este fenómeno abundan, pero lo cierto es que esta tendencia se reproduce casi en cualquier democracia occidental con los mismos rasgos: el progresista ocupa la ciudad, el conservador (o nacionalista) se difumina –pero persiste- en las ciudades medias y poblaciones pequeñas.

Habría muchas cosas más que rescatar de este proceso electoral, por ejemplo la incapacidad de los demócratas para construir un liderazgo claro que conduzca sus esfuerzos, la pulverización del discurso de oposición sin una narrativa concreta, el papel de la incertidumbre entre el discurso populista o el desmantelamiento progresivo de los bastiones históricamente republicanos.

Ya habrá oportunidad. De entrada, en una elección que no hizo sonar las campanas de la sorpresa, sí se vislumbran algunas señales de los tiempos que nos está tocando vivir.

Investigador y Doctorando en Teoría Política. Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

@Cesar_Ruvalcaba

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