Adiós rebeldía: bienvenido el neoliberalismo (parte 2)

CESAR-NUEVA

RESTAURACIÓN/César Ruvalcaba

En la entrega anterior propuse algunas ideas a modo de hipótesis: 1) los movimientos del sesentayocho NO se suscribían completamente en las tesis de la izquierda tradicional de aquella década; 2) sus consignas se articularon principalmente en demandas de reconocimiento e identidad (visibilización y reconocimiento de minorías y grupos vulnerados históricamente) y 3) postularon una retórica anti-jerárquica e igualitarista que retaba al poder establecido.

Quizá existan dos claves adicionales en aquel fenómeno: una reacción contra la conciencia moral impuesta que “apresaba” los instintos de una juventud en efervescencia y la existencia de un conflicto ético fundamental que cuestionaba un bienestar basado en el consumo desmedido, la desigualdad y la exclusión. Ahora ya podemos realizar una mejor aproximación considerando estos elementos contextuales.

Imaginemos a una generación más educada que las anteriores, con mayores recursos comunicativos, nacidos después de las grandes guerras, viviendo con mayores comodidades gracias al nuevo capitalismo de consumo y vinculadas a estructuras jerárquicas que prácticamente les informan cómo debe ser y cómo deben vivir su vida. La burbuja no tardó mucho en reventar.

La cuestión versaba sobre qué alternativa tomar; hacia dónde apuntar los esfuerzos. Por un lado existía la crítica al modelo económico predominante en occidente y a sus estructuras de poder, pero la alternativa socialista-comunista que representaba la izquierda de entonces tampoco ofrecía una narrativa que soportara sus demandas de reconocimiento y diversidad que postulaban.

En esa encrucijada se dibuja una respuesta capaz de vincular un supuesto “capitalismo ético”, una estructura de trabajo más igualitario y flexible, un reconocimiento y revalorización sin precedentes de los grupos marginados –al menos discursivamente- y una elaboración discursiva contra el estado y la política: la alternativa neoliberal.

Este no es el lugar para analizar los fundamentos del neoliberalismo pero vale la pena resaltar algunos de sus elementos principales con el objetivo de evidenciar sus efectos en la trayectoria que siguieron los movimientos políticos surgidos en los sesentas.

La hipótesis es que el neoliberalismo logró desactivar la radicalidad política y elaboró una reapropiación cultural de las demandas SIN trastocar los principios fundamentales del capitalismo y sus estructuras de poder.

¿Cómo es posible apropiarse de una serie de consignas que en principio cuestionan la naturaleza sistémica del poder y convertirlas en elementos plenamente compatibles con el mismo? ¿cómo desactivar la protesta generacional y traducirla en slogans asumibles y reutilizables? La respuesta es compleja y tiene múltiples connotaciones.

Sin embargo podemos intentar (de manera muy simplona y llana) descifrar ciertas condiciones en aquel neoliberalismo incipiente que lo hicieran posible: 1) integró la narrativa de liberación moral. La libertad sexual, la normalización de formas alternativas de vestir, de relacionarse o de divertirse estaban garantizadas; 2) potenció los discursos identitarios y privilegió la diversidad. Es decir, visibilizó e integró a grupos históricamente marginados reconociendo su legitimidad a través de políticas de representación.

3) Promovió una reestructuración del trabajo que desafiaba las cadenas jerárquicas de mando y proponía en su lugar la formación de equipos horizontales que compartieran la responsabilidad y la participación; 3) elaboró un discurso contra la política tradicional y sus agentes de mediación: partidos políticos, congresos, sindicatos, etc. En ellos logró vaciar el malestar social.

4)Desarrolló la idea de un “capitalismo ético” que incluía políticas de cuidado del medio ambiente, consumo razonable, fundaciones para reducir la pobreza, etc. Es decir, puedes consumir con la conciencia tranquila; 5) la libertad política se estableció como correlato de la libertad individual. En este sentido, en la medida que cada quien elija su forma de vida y tome sus propias decisiones individuales estaría realizándose en plena libertad.

6)Se fortaleció la idea sobre los beneficios del libre mercado en marcos de competencia. Los discursos de “la competencia es buena y el mérito personal es clave. Cada quién llega hasta dónde llegan sus sueños”.

Evidentemente existen muchas condiciones adicionales a las mencionadas en el proyecto neoliberal pero creo que a partir de estos 6 elementos es posible desarrollar una crítica sobre lo que ocurrió –y está ocurriendo- en los umbrales del nuevo milenio.

El nuevo “espíritu del capitalismo”, los tiempos de lo “pos” –posestructuralismo, posmodernidad, pospolítica- y las corrientes progresistas de la identidad tienen mucho que ver en la deriva neoliberal. En la siguiente entrega profundizaré sobre el impacto y la trayectoria de estas medidas en el escenario político contemporáneo.

Investigador y Doctorando en Teoría Política. Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

@Cesar_Ruvalcaba

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