El peligro de la prensa Fifí

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TRIBUNA/César Iñiguez

El adjetivo fifí hace referencia a alguien que tiene modales y actitudes delicadas y exagerados, dice la RAE; coloquialmente, desde hace unos años, se ha llamado así a algunas mascotas, particularmente perros, que son propiedad de familias adineradas.

López Obrador, refiriéndose particularmente a un par de diarios que han sido críticos de sus maneras, de sus acciones y que han evidenciado sus contradicciones, les llamó prensa Fifí; después, trató de explicar el porqué les llama de esa forma, diciendo que descontextualizan sus declaraciones con el afán de criticarlo y golpearlo, y que forman parte de una parte de la sociedad que son sus opositores.

Parecería frívolo, chistoso y burlesco la manera en la que se expresa de algunos medios, pero no es así, revela una situación preocupante sobre una serie de acciones que ha tomado el Presidente Electo y que de confirmar su postura traería un grave daño a la libertad de expresión.

Y es que no es para menos, porque ha habido más señales que alertan de que algo más grave pueda ocurrir, veamos:

1. Además de la prensa Fifí, no sale a ofrecer disculpas ante tales afirmaciones, sino que continúa usando ese calificativo y metiendo a la bolsa a más medios de comunicación; la cosa se agrava cuando sale su portavoz Jesús Ramírez Cuevas, en donde dice que la prensa tiene líneas editoriales e intereses económicos muy claros y que no representan a la sociedad, por eso AMLO les llama así.

Sale con un tipo “lo que AMLO quiso decir” que le complica más las cosas; porque evidentemente los medios de comunicación son empresas, lucrativas, que su negocio es hacer periodismo; obviamente que no se espera la aprobación del gobernante en turno, sino que al lanzar información veraz y servir de canal con la sociedad, gana lectores y audiencia que los hacen sostenerse.

Además, el tener líneas editoriales es básico, ocurre en México y en cualquier parte del mundo.

Definitivamente que el ejercer el periodismo conlleva una gran responsabilidad, y los reporteros y comunicadores no pueden andar por la vida inventando y publicando cuanta cosa se les ocurra, incluso existe una legislación muy clara al respecto, con acciones legales contundentes para quien se sienta afectado, pueda actuar en contra de la prensa, si así lo considera.

Es una obligación de un medio de comunicación cumplir con esa ética y criterio; pero también, es irrestricto, respetar esa gran libertad, útil para subsistir en cualquier democracia.

Benito Juárez, que tanto le gusta a AMLO, decía: “La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar”, y el periodista y escritor mexicano Francisco Zarco decía: “La prensa no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civilización”.

Desde hace dos siglos se escribían estos textos y opiniones con respecto a la libertad de prensa.

2. Pero el asunto no para ahí, hace unos días, saliendo de su casa de transición, una reportera le cuestionó a AMLO su opinión sobre la licencia que le otorgó Morena al gobernador chiapaneco del Verde Manuel Velasco, para que pudiera ser mandatario y senador a la vez; a lo que le contestó: No tengo tiempo para responder eso, corazón, corazoncito…

Obviamente tiene una connotación de condescendencia, de hacer menos a la reportera con una careta de piropo o manifestación de cariño; todo mundo se sorprendió.

3. El jueves pasado, en Baja California una reportera le preguntó su opinión sobre el desempeño electoral de Morena en aquella entidad, a lo que le respondió con un beso tronado; no le dijo nada más.

¿Es respetar el trabajo de la mujer que ejerce el periodismo, no contestarle y responderle besándola?

¿Qué connotación tiene el dar un beso sin haberlo pedido en el contexto de una entrevista?

Obviamente se equivocó.

Y esto se convierte en un patrón de comportamiento cuando al ser cuestionado sobre temas más delicados, contesta criticando a la prensa, llamándole fifí y una serie de calificativos que evidencian que los ve cómo sus opositores.

Así lo hizo cuando le cuestionario sobre los desvíos multimillonarios de Rosario Robles en la SEDESOL, a lo que contestó que era un chivo expiatorio de la prensa Fifí; lo mismo cuando se le preguntó por Duarte y otros temas espinosos.

Luego también, después de contradecirse, al declarar que recibía un país estable y a los pocos días hablar de que estamos en bancarrota, recibió duras críticas y provocó que especialistas salieran a desmentirlo y a explicarle técnicamente su error, se limitó a responder que la prensa Fifí había descontextualizado su declaración, a pesar de que fueron palabras que él mismo había pronunciado.

Ante esto, no queda sino tener una gran preocupación de lo que pueda pasar; la prensa y los medios de comunicación necesitan un respeto irrestricto para el ejercicio de sus funciones; no necesitan del aplauso o el descrédito del gobernante en turno, sino que los gobernantes deben de proteger ese importantísimo derecho para nuestra democracia.

No se puede aceptar un gobierno que tome partido con los medios, que califique a la prensa, que la critique, que la ataque; no se puede concebir un gobierno que pretenda marcar la agenda mediática y la línea editorial, como si se trataran de empresas propiedad de Estados autoritarios.

Está a tiempo de corregir, quizá sea porque aún no se asume como presidente y siente que anda en campaña como hace 18 años; hoy, será Presidente de México y como tal tendrá que actuar, respetando la libertad de los medios.

Asesor del PAN en el Congreso de Jalisco

@CesarIniguezG

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