Balance del sexenio

Jorge-Rocha2PESIMISMO ILUSTRADO/Jorge Rocha

El primero de septiembre el Presidente Enrique Peña Nieto rindió su sexto y último informe de gobierno, que reviste particular importancia porque se hace un recuento de lo que dejó este sexenio de forma global.

En términos políticos, este informe representa la despedida de Peña Nieto del cargo y también ubica al todavía presidente en su momento de mayor debilidad política, ya que sigue siendo el primer mandatario pero su margen de decisión es extremadamente limitado.

No cabe la menor duda de que este sexenio será recordado con una gran carga negativa, que empezó con muchas promesas y terminará con muchos fracasos.

Uno de los asuntos donde esta gestión tuvo logros fue en la llamada reforma en telecomunicaciones, que implicó una baja en la tarifa en la telefonía, se dejó de cobrar las llamadas de larga distancia, se legisló sobre el derecho al acceso de Internet de banda ancha, se abrió un nuevo canal de televisión abierta y se implementó el “apagón analógico”.

Frente a estos logros, las agendas pendientes de la administración federal que está por concluir son mayores y más profundas; a saber:

a) El problema de la violencia en el país no sólo no se resolvió, sino que se recrudeció, el año 2017 fue el más violento de la historia reciente con el mayor número de homicidios dolosos y el mayor número de desapariciones. En este sexenio se sumaron algunos estados a la ola de la violencia como Colima o Guanajuato y el año 2018 apunta para superar al 2017 como el periodo más violento del país. Las políticas implementadas por este gobierno no lograron resolver ni contender este grave problema.

b) El sexenio de Peña Nieto será recordado como un periodo negro para la vigencia y el respeto de los derechos humanos. Además del caso de los 43 desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, del que no tenemos visos de solución y donde la llamada verdad histórica se cayó a pedazos. El gobierno saliente generó una política sistemática de negación de la crisis de derechos humanos frente a los organismos internacionales en la materia y sin duda se experimentó un retroceso en esta agenda.

c) Otro de los estigmas con los que cargará el sexenio de Peña Nieto es la corrupción. La Casa Blanca, Odebretch, las estafas maestras, los jóvenes gobernadores priistas investigados por actos de corrupción, el socavón de la carretera en Cuernavaca, entre otros nos permitió dimensionar la magnitud de la corrupción en el país, además de reconocer los modus operandi de estas nocivas prácticas y las redes que parecen estar atrás de ellas. En este periodo este problema sistémico del país llegó al límite.

d) La pobreza y la desigualdad persistieron en el país. Las llamadas reformas estructurales fueron un fracaso al no generar los beneficios que supuestamente le darían al país y la política social peñanietista también resultó ser una política pública errática que dejó el problema de la pobreza intocado. De acuerdo con Coneval en el año 2012 teníamos 53 millones de pobres y la última medición de este organismo del año 2016, dice que seguimos con 53 millones de pobres. Es decir, fue un periodo tirado a la basura en cuanto al combate a la pobreza.

Los resultados electorales fueron el examen más riguroso para el sexenio que concluye, ya que los electores castigaron duramente a la administración de Peña Nieto, el tricolor quedó en un lejano tercer lugar en la elección presidencial, no ganó ninguna de las nueve gubernaturas en disputa, se fue a quinta fuerza electoral en el Congreso de la Unión y por primera vez en su historia sólo gobierna en doce estados del país.

No sólo todo el país tendrá un mal sabor de boca de este periodo de gobierno, los priistas lo recordarán como el sexenio que los llevó a su peor crisis interna.

 

 

 

 

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