PERSPECTIVA21/Verónica Juárez Piña
Soy perredista desde que tengo conciencia política. Nunca he renegado de eso: ni en los momentos buenos, cuando ganábamos millones de votos en el país, y menos en los momentos malos en donde todas y todos redactan nuestro epitafio.
También estoy convencida de que el PRD en un ejercicio de autocrítica debe refundarse, y desde ahora, entenderse desde la oposición. Nada de pactar prebendas para estar cerca del presidente. Nada de acordar con aquello que choca con nuestros principios. El PRD tiene que encontrar su espacio y reconocerse en su agenda, tiene que ser el partido liberal de México, democrático hasta lo más profundo y peleando al autoritarismo.
Creemos en las libertades y en los derechos de todas y todos. Creemos en el Estado Laico. Creemos en las y los ciudadanos libres y no en las clientelas o corporaciones. Creemos en las instituciones y no en los caudillos. Debemos ser el vehículo de las ciudadanas y ciudadanos para que sus exigencias sean cristalizadas.
Debemos ser un partido más cercano a las causas y menos a las curules. Más próximo a las dolencias de la ciudadanía y más lejano de los privilegios. Debemos estar en donde hay un estudiante rechazado de la universidad pública; estar en el sufrimiento de una familia que llora a su hija desaparecida; estar con aquellas y aquellos que tienen que empeñar sus bienes porque los hospitales públicos no pueden atender a quienes lo necesitan; debemos estar ahí donde una mujer es acosada y no sabe con quién acudir; debemos estar donde una chava es criminalizada por decidir sobre su cuerpo; donde una niña es violentada por su padrastro o un familiar, o un niño es víctima de la pederastia por un ministro de religioso, instructor o profesor; donde un homosexual no tiene los mismos derechos por sus preferencias sexuales o donde un periodista es perseguido por ejercer su libertad de expresión.
Tenemos que aparecer ahí donde un trabajador se pasa cuatro horas del día en un transporte público deprimente para llegar a su chamba, o en donde un ciclista se tiene que jugar la vida para andar por la ciudad. La política está afuera y ahí tenemos que estar.
Desde el Congreso impulsaremos una agenda legislativa, progresista, de derechos humanos y libertades ciudadanas de igualdad para todas y todos. Por la garantía de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Vamos a seguir luchando por las causas que siempre hemos defendido.
Hoy frente a un presidente que busca restaurar el orden hegemónico, la voz liberal debe aparecer: la que defiende la pluralidad y los contrapesos, la ciudadanía y la libertad.
En este camino es en el que desde la izquierda, me van a encontrar.
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