Di, «estamos peor que nunca» una vez más

GarciaPimentelA LAS COSAS POR SU NOMBRE/Francisco García Pimentel

No leas este artículo, te advierto, porque hay una fuerte posibilidad de que a) no lo creas o b) no te agrade. Los medios han aprendido a evitar este tipo de artículos, porque no venden portadas y no causan furor. Este es el artículo que nadie quiere escribir, el que está fuera de onda, porque se fundamenta en esta afirmación:

El mundo es cada vez mejor.

Yo sé que esto no es lo que quieres leer. Quieres indignarte, quieres enojarte, quieres ponerte rojo hasta explotar; quieres dividir tu mundo en buenos y malos; necesitas la adrenalina y la bilis, la sensación de que el mundo se acaba mañana. Necesitas decirme ahora mismo todas las cosas que están mal. Quieres la sangre, la muerte, el sufrimiento y el escándalo. Los medios saben eso y eso es lo que te dan.

Pero es una ilusión; a lo sumo, una fachada. La realidad es que el mundo es cada vez mejor.

Ojo; no he dicho que el mundo sea perfecto. He dicho que es mejor.

Si, por ejemplo, un paciente hace una semana estaba a punto de muerte y hoy ha mejorado; no significa que se puede ir a casa y que debemos de quitarle las medicinas o el oxígeno. Aún no está 100% sano; pero es correcto y lícito decir esto: está mucho mejor hoy que hace una semana.

No se trata de pensamiento mágico ni optimismo ciego. Se trata de hechos. Los hechos no dejan lugar a dudas: el mundo está cada vez mejor.

Si estás leyendo esto, es seguro que tienes acceso a una computadora, un smartphone o un medio libre. Es decir, tienes electricidad e internet; y tiempo de ocio suficiente para leer un artículo de tu interés. Te puedo apostar con 99% de exactitud que fuiste vacunado (y tus papás fueron vacunados) lo que significa que en tu país hay acceso a servicios básicos de salud universal. Por eso no moriste de polio, sarampión o tuberculosis antes de los cinco. Tampoco has muerto de cólera o ébola, lo que indica que en tu país hay un mínimo de control sanitario. Sabes leer, obviamente, así que asumo que tuviste acceso a educación y literatura desde tu infancia. Eres del 99.5% de la población mundial que jamás ha peleado en una guerra, y del 95% que nunca ha perdido su casa por una crisis devastadora. Vives con más de 16 dólares diarios y eso te pone muy por encima del umbral de pobreza extrema.

Puedo decir todo esto de ti con certeza, porque la inmensa mayoría de la población mundial cumple estas características. Porque los hechos no mienten: el mundo está mejor de lo que nunca ha estado en la historia de la humanidad en casi todos los parámetros medibles de desarrollo: mortandad infantil, esperanza de vida, pobreza extrema, alfabetización, salud, ingreso medio, libertad, muertes violentas, adicciones, democracia, igualdad de género, nivel escolar, acceso a agua potable, acceso a internet, acceso a sistema financiero, acceso a tecnología agrícola. A esto se llama “progreso”. Y no ha parado de avanzar.

Incluso en nuestro país (que ha visto un desarrollo considerable en los últimas décadas, junto con el resto del planeta) negar las mejoras es insostenible. Hace cincuenta años (no se diga, por ejemplo, 100 o 200) las condiciones de la población general estaban muy lejos de ser lo que hoy son.

Pero no pasan dos semanas sin que escuche de un alumno o un lector que “estamos peor que nunca”. Aunque es una afirmación errónea en todos sus términos, entiendo de dónde viene: de la natural tendencia a exagerar lo malo e ignorar lo bueno, y del filtro mediático al que nos hemos acostumbrado.

Todo esto no significa que no existan problemas graves, y peleas que pelear. El paciente está mucho mejor, pero aún lejos de irse a casa. Hay niños separados de sus padres en la frontera; asesinatos en México; guerras en Medio Oriente; pobreza extrema en Sudán del Sur; hay bebés que no nacen y esposas que sufren la tortura diaria de un sistema que no las comprende; el planeta sigue subiendo de temperatura.

Pero es precisamente porque estamos en este mundo mejor (con instituciones, leyes, altavoces, recursos y tiempo) que podemos atacar esos problemas urgentes. Si hay grandes problemas, hay grandes herramientas. Dime lo que quieras, hazle como puedas; pero la verdad es que tú y yo estamos en una posición privilegiada. Nos gusta pensar en nosotros como víctimas, como pobres, como sufridos; pero bajo cualquier métrica, hoy estamos cien veces mejor que lo que estaríamos en otro tiempo.

Eso significa que tenemos las herramientas económicas, sociales, intelectuales y materiales para dibujar nuestro destino y mejorar la vida de otros. En la batalla moderna, somos caballeros con caballo y espada afilada; hace mucho que dejamos de revolcarnos en el lodo. Y eso nos tiene que dar otra perspectiva, proactiva y realista de lo que hay y de lo que podemos hacer.

Hey; te advertí que no leyeras esto. Ahora tienes un compromiso. Empieza por cambiar tu filtro y pelear no como maniático, sino como estratega. No sin esperanza, sino con certeza. Este es el mundo que nos tocó. Y es el mejor que ha existido. Hay mucho –muchísimo- por hacer, pero la actitud cambia cuando sabemos que, en el gran esquema de las cosas, la humanidad va ganando; y por mucho, y que tenemos las herramientas para seguir cambiando el mundo para bien.

Director general de DiezLetras Comunica

@franciscogpr

*Para saber más de este tema, leer Factfulness de Hans Rosling y Future Perfect de Steven Johnson.

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