¿Qué nos pasa en Jalisco?

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TRIBUNA/César Iñiguez

La muerte de los tres estudiantes de cine, Javier, Daniel y Marco, nos debe llevar a una profunda reflexión.

Al margen de la ineptitud, inoperancia y torpeza de las autoridades estatales y municipales para garantizar la seguridad de los ciudadanos, vale la pena que paremos en el camino y reflexionemos nuestro ruta como sociedad.

Causa terror la manera en la que, de confirmarse las versiones oficiales, fueron privados de su libertad, de su vida y de su dignidad los tres estudiantes.

La versión es, que siendo inocentes los vincularon con integrantes de una célula criminal por otros grupo dominante quien los privó de su libertad; pensaron que uno de los muchachos tenía información, que obviamente no tenía, ni sabía, por lo que fue torturado y asesinado en el acto; como no podían dejar rastros, los criminales decidieron matar a los otros dos muchachos y después disolverlos en ácido para no dejar huellas.

Así la realidad y la vulnerabilidad de quienes integramos nuestra sociedad; la delincuencia organizada rebasando al estado.

Lo que más me impacta, es cómo pueden andar por la calle sin pena y con toda tranquilidad este tipo de sujetos que sin remordimiento le quita la vida a otra persona.

¿Cómo podría vivir alguien con eso?

El problema va más a fondo, quiénes son y qué experimentaron los asesinos durante su infancia y adolescencia para adoptar ese modo de vida, ¿tuvieron o tienen familia? ¿Tienen o tuvieron padres? ¿Quién se encargó de su formación, educación?

Es decir, alguien los trajo al mundo y ¿en qué momento dieron ese paso para despreciar así la vida de otro?, ¿concluir que no tiene ningún valor y qué hay otras cosas, porque son cosas e intereses, más valiosas que la vida de una persona?

Qué terror pensar que haya gente así, y qué lástima pensar que se pudo haber evitado que se construyeran sujetos con esa personalidad, porque hubo un vacío de formación familiar, porque hubo ausencia de autoridad, porque no hubo padres cuidando, formando y educando de sus hijos; porque todos ellos crecieron, fueron niños y tuvieron la oportunidad de ser atendidos.

Hoy, este vacío nos ha llevado a generar un grupo social patológico que deambula en nuestra comunidad, que no respeta la vida, que no respeta al semejante y mucho menos al inocente.

Como sociedad estamos fallando, todos; porque si un niño no es atendido es por ausencia voluntaria o involuntaria de los padres; y si un niño es desatendido es muy probable que adopte conductas patológicas en contra de la sociedad misma y tengan los desenlaces como los que lamentablemente conocimos con el caso de los tres estudiantes.

Aquí es donde, aunque muchos no les guste, debemos intensificar el fomento de la cohesión y los valores familiares.

Asesor del PAN en el Congreso de Jalisco

@CesarIniguezG

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