El inicio de las campañas electorales

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PESIMISMO ILUSTRADO/Jorge Rocha

Estamos a tres semanas de que comenzaron las campañas presidenciales y no hay nada nuevo bajo el sol.

La empresa Parametría publicó el viernes 13 de abril una encuesta de preferencia electoral a la presidencia de México y afirma que Andrés Manuel López Obrador lidera las preferencias con el 38% (5 puntos más que la última encuesta), luego se coloca Ricardo Anaya con 20% de la intención del voto (2 puntos menos que la última medición), en tercer lugar está José Antonio Meade con 16% de las preferencias electorales (2 puntos menos que la última encuesta) y en el último sitio está Margarita Zavala con 13% de la intención de voto (2 puntos más que la última medición).

Es decir, luego del arranque de las campañas las posiciones siguen igual desde que empezaron las pre-campañas y en realidad las distancias entre el puntero y los contendientes se está ensanchando.

En lo referente a las campañas electorales, a pesar de que se ha dicho hasta la saciedad que el modelo de comunicación política está agotado y que los spots no son bien recibidos por la mayoría de la población (mi hija de diez años me dijo camino a su escuela que ya estaba aburrida de las campañas), la clase política y sus “prestigiados” asesores de marketing político siguen ofreciendo mensajes llenos de vaguedades, que tratan de generar emociones lacrimógenas y en varios casos comunicando ideas huecas y que insultan la inteligencia de muchos ciudadanos mostrando una realidad que sólo existe en los spots que diariamente nos “recetan”.

Los mensajes que hasta este momento hemos visto por parte de la gran mayoría de los candidatos a puestos de elección popular tienen dos problemas serios.

El primero es que no propician la discusión y el debate constructivo, profundo y con argumentos alrededor de los grandes problemas nacionales, sólo se proponen generalidades que con mucha palabrería e imágenes no dicen nada; tampoco se comprometen con nada; y cuando se ataja a los candidatos con planteamientos directos, éstos sólo intentan contestar ambigüedades, porque sus asesores les repiten día tras día que no deben comprometerse a nada y que el objetivo central es generar emociones.

El segundo problema es que el mundo de la vida cotidiana tampoco se aborda. Las necesidades inmediatas, las exigencias concretas y las demandas específicas tampoco forman parte de los discursos de campaña, porque los asesores tampoco recomiendan que los candidatos generen “compromisos” con la gente y me pregunto… ¿no es para eso que existen las campañas?

Los entornos próximos no son materia del lenguaje de campaña que para muchas personas es lo único que importa en este momento político.

Lo que tenemos entonces es un limbo que se construye entre los necesarios grandes debates de las agendas nacionales y la resolución de las necesidades más inmediatas de buena parte de la población.

Es por eso que, muchos ciudadanos se quedan con la sensación de que los temas que verdaderamente les interesan nunca serán tocados, ni las agendas de los problemas nacionales, ni las necesidades.

Es entonces cuando el desfase de intereses y expectativas se incrementa, los políticos buscan la mejor renta política posible (más votos con menos compromisos) y los ciudadanos buscan que sus agendas e intereses se traten en campaña y que los políticos se comprometan con ellos en la mayor medida posible.

Profesor investigador del ITESO

@JorgeRochaQ

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