La política moderna se hace, ¿sin ideas?

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PUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza

La obsesión por las tecnologías de la información y la comunicación, más la comunicación política, nos ha dejado poco tiempo para pensar.

Las ‘geografías electorales’ ya no le dicen nada a los partidos y sus candidatos. Pareciera que se asume que llegamos al ‘Fin de las ideologías’; como desde 1992 escribiera en su libro Francis Fukuyama, a consecuencia del desmoronamiento de los regímenes del «socialismo real» en Europa del Este y los efectos de la perestroika de Gorbachov.

Sin embargo, el propio Fukuyama advertía ya un mundo en donde “los datos de la miseria, desocupación, indiferencia, mortalidad creciente y desequilibrio ecológico”, conducen a la “creciente pobreza de continentes enteros”.

Así que “la democracia capitalista no puede ser suficiente para sostener su preeminencia frente al fracaso del ‘socialismo realmente existente’ y efectivamente no democrático” (Andrés HUGUET POLO: LAS TESIS DE FUKUYAMA SOBRE EL FIN DE LA HISTORIA).

Pero la social democracia cede paulatinamente terreno en los gobiernos europeos. Especialmente después del fenómeno Macron en Francia, que ganó la simpatía del electorado francés desmarcándose “de las viejas etiquetas de izquierdas y derechas”.

Justo ahora, tal como pasó en España, donde los emergentes partidos ‘Podemos’ y ‘Ciudadanos’ rompieron el bipartidismo del Partido Popular –PP- y del Partido Socialista Obrero Español –PSOE-; en el Reino Unido, un nuevo partido cobra fuerza.

Uno que critica la polarización ideológica sembrada en la sociedad inglesa, como consecuencia del referéndum -Brexit– así como el resquebrajamiento de las convicciones de los ‘Tories’ (Partido Conservador y Unionista) y del ‘Labour’ (partido Laborista).

Esta nueva expresión política agrupa por igual a empresarios, responsables de ONGs, como a líderes sociales. Digamos que se construye un partido ‘de amplio espectro ideológico’, que incluye tanto al centro izquierda, como al centro derecha, bajo el auspicio de una agenda de reivindicación de libertades.

Se trata, como en Francia y España, de una nueva forma de hacer política, pero bajo el modelo de partido político (¿no que están en crisis?).

Señala Alain Bergounioux, doctor en Historia (http://www.parti-socialiste.fr/personnalite/alain-bergounioux/), «la división izquierda-derecha es insuficiente, por sí sola, para organizar la vida política».

Pero que sea ‘insuficiente’, no significa que las ideas desaparecieron o se terminase la dicotomía entre izquierda y derecha, así como entre conservadores y liberales.

Parece apocalíptico que el futuro de la disputa por los cargos públicos, los debates entre partidos y candidatos sean, como lo apunta el título del libro del escritor Eulalio Ferrer Rodríguez, “De la lucha de clases, a la lucha de frases”. Será que los políticos ‘modernos’ ejercen el poder, ¿sin ideas?

Director general de la Operadora del SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresE

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