5 cosas que aprendimos de Guillermo del Toro

GarciaPimentel

A LAS COSAS POR SU NOMBRE/Francisco García Pimentel

Por si acaso has vivido en Marte esta última semana, te pongo al tanto: Guillermo del Toro, mexicano, tapatío, director de cine, ganó el Oscar a mejor director y mejor película por “La Forma del Agua”, una historia sobre la soledad, el amor, el poder y los monstruos que habitan en todas ellas.

Claro, la fiesta y los aplausos no se hicieron esperar, y los mexicanos sacamos las banderas y las mentadas cual si hubiéramos pasado a cuartos en el mundial. Ahora todos –desde su guardería hasta el presidente de la república- se van a colgar la medallita, como si ellos fueran parte de ese éxito, porque solo apoyamos a otros mexicanos cuando ya ganaron, y mientras tanto les tiramos mala vibra. Pregúntenle a Eiza.

Además de felicitarlo y hacernos los genios por un par de días, vale la pena ofrecer a Guillermo –y a Alejandro y Alfonso- un recuento de las cinco cosas que podemos aprenderles. Quizás esa sea la única medallita que debamos colgarnos.

  1. Puedes vencer las probabilidades. No solo para el cine, sino para muchas carreras, nacer en México puede ser un inicio poco prometedor. Los mexicanos son buenos para el comercio y para los bienes inmuebles, pero ¿hay algo más? En ciencias, tecnología, bellas artes y deportes, la cultura y la infraestructura son muy pobres, comparadas con otros países. Pero esas probabilidades pueden vencerse con la voluntad imparable de hacer lo que quieres hacer… y aprender a hacerlo bien.
  2. Puedes hacer las cosas bien hechas. Lamentablemente, la noción de que un mexicano puede hacer cosas con calidad mundial nos parece aún extraordinaria. Esto no requiere de un talento particular, ni de un genio especial, ni de una inspiración divina. Depende de una noción de excelencia personal. Podemos –y debemos- aspirar al mercado global, y dejarnos de hacer cosas chafas y sin valor.
  3. Puedes mantener tu esencia. Salir al mundo no significa perder lo que somos, ni vender los principios, ni renunciar al corazón. Si significa abrir los ojos y los brazos a las cosas buenas, de las cuales podemos aprender y en las cuales podemos mejorar. No basta llevar tamales al mundo; hay que hacer tamales “para” el mundo. Tomar lo mejor y aprender lo que falta.
  4. Puedes estar orgulloso. Se vale. Se vale decir “viva México” y dedicar el premio a los chavos que apenas empiezan la pelea. Es un imperativo moral volver la cabeza y elevar a tu gente; llamarla, volver de vez en cuando. Pero también se vale dejar aquello que nos ancla, nos jala y nos debilita. Se vale luchar por algo mejor.
  5. No pierdas piso. Aquí apenas la guerra personal empieza para Guillermo, como ha comenzado para los demás que han triunfado. Ahora que tienen el Oscar, que son genios oficiales, no sobrarán proyectos, ideas y arribistas que les aplauden mientras los oprimen. Levantar la cabeza por encima de los aplausos no es sencillo para nadie, y el canto de las sirenas ha hundido a más de alguno.

Aplaudamos, celebremos, hagamos memes. Pero sobre todo, aprendamos en cabeza ajena. De que es posible, es posible.

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El autor es cinéfilo y ha publicado algunos libros. Sigue pensando que la mejor película de Del Toro es el Laberinto del Fauno. Firme creyente del cine con palomitas. Síguelo en @franciscogpr

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