#CuentaConmigoMéxico

GarciaPimentelA LAS COSAS POR SU NOMBRE/Francisco García Pimentel

No es lo mismo decir “tengo un mal día” que decir “no valgo nada”. No es lo mismo pensar “necesito ir al doctor” que pensar “no vale la pena vivir”.

Es una tontería. Parece obvio, claro, puesto en términos tan llanos. Pero es una tontería que cometemos casi a diario los mexicanos, cuando abrimos los periódicos, cuando hablamos entre nosotros, cuando conversamos con extranjeros. Se ha convertido en la tesis universal del mexicanismo moderno.

Porque podemos decir, tú y yo, con conocimiento de causa, que México puede tener un mal día, o que le hace falta una visita al doctor. Lo que no podemos decir nunca, ni de broma, ni en plan de queja, es que México “así es”, o que “estamos jodidos” o que “nada va a cambiar” porque “esto es México, agarra la onda”. El lenguaje tiene su costo, y a fuerza de repetirlo, nos lo hemos creído a pie juntillas.

Por eso celebro y comparto los esfuerzos por recuperar el tono de optimismo (que no es cerrar los ojos, ni taparse los oídos). Hace poco la campaña de Mundet “a la mexicana” me enamoró de primera. Recientemente el Consejo de la Comunicación –iniciativa sin partido- lanzó en todo el país su campaña #CuentaConmigoMéxico, justo en medio de la tormenta electoral, para recordarnos a todos que México ni es sus gobernantes, ni es sus errores, ni es sus faltas. Es mucho, pero mucho más.

Lo primero es: conocer y celebrar las cosas buenas, que se cuentan en nuestra tierra por cubetazos, por sacos, por toneladas. Ahora mismo estoy sentado en una biblioteca y veo a docenas de jóvenes (no me lo cuentan, lo veo con mis propios ojos) en silencio, estudiando y trabajando. ¿No es eso razón para el optimismo? Conozco miles de personas, de familias y de negocios que se la parten cada día por hacer las cosas bien. ¿No es esto también verdadero y valioso?

Lo segundo es: hablar de lo bueno. Y conste que no es promoción para el gobierno, sino lo contrario. Alguna vez mis alumnos, ante “lo mal que está todo” me preguntaron en buena lid “¿qué país es el mejor para emprender, para casarse, para crecer? ¿A dónde nos vamos?”

La pregunta admite solo una respuesta: ¡A México! Y no por un romanticismo chovinista, sino con la realidad en la mano. Todos los países tienen broncas y México no es la excepción. Pero aquí tenemos todo lo que necesitamos y mucho más. Hay que hablar bien de México en la casa, en la escuela; con nacionales y extranjeros. Cuando te caches hablando mal de tu país, muérdete la lengua: no te haces daño más que a ti mismo.

Lo tercero: hacer lo que te toca y más. Algunas campañas, creo, se quedan cortas al despertar conciencias. Se dice a los mexicanos: “no des mordida, no seas transa, paga tus impuestos, no le

pegues a tu mujer”. Es verdad; pero también es el mínimo. ¿De verdad es a lo más que podemos aspirar, a cumplir los requisitos mínimos para no ser ladrones, embusteros o gañanes? ¿No podemos decir, en cambio, “Sé responsable siempre; lucha por ayudar a otros; crea y comparte riqueza; ama a tu mujer y a tus hijos”? ¿Hemos de quedarnos siempre en la cómoda certeza de que no somos basura; caminar como gallinas en vez de volar como águilas?

Así que me uno al llamado #CuentaConmigoMéxico y te invito –no, te conmino con urgencia- a que te sumes también. No existe ninguna razón histórica, genética, material o cultural por la que no podamos ser un país de primerísima. Todo está en las taras que nos hemos puesto por etiquetas.

El autor es abogado y master en política internacional. Seguidor del Cruz Azul, a quien invita –no, conmina- a ponerse ya las pilas. Autor de #ElRetoMillennial y otros títulos. Síguelo en twitter @franciscogpr

Deja una respuesta

Tu email nunca se publicará.