¡Qué pitas Valijas!

Rulas2CON CHANFLE/Raúl de la CRUZ

La historia del “Valijas” son legendarias por todos los campos llaneros.

Fue un árbitro que se adelantó a los tiempos.

Sus decisiones arbitrales han trascendido que actualmente cualquier error de cualquier silbante se le reclama como “qué marcas Valijas”.

Toda una leyenda por los canchas de futbol por sus anécdotas. Muchas de ellas dignas de rescatarse. Ya les contaré porque me sé muchas.

En alguna ocasión se presentó una jugada en la defensiva del equipo Fabril, los delanteros del Salto estaban acosando bastante.

En eso, uno de los ofensivos le mete un patadon al defensa central, estando en área chica del Fabril y se escucha un silbatazo.

“Penalti, grita el Valijas”, entonces el defensa reclama “cómo penalti, si me están pegando a mí”, si es penalti, ese tipo de jugadas criminales se castigan con la pena máxima, repite el silbante.

«Pero fue en mi área donde me pegaron”, insiste el defensa. “Si pendejo, pero lo vas a tirar tú en la portería de ellos”.

Tragedia.- Del futbol del barrio hay bastantes historias para contar.

En El Retiro viví historias maravillosas como el día en que el “Seven” me regaló mis primeros zapatos de futbol.

El «Seven» era un personaje de mi Barrio, sólo recuerdo su apodo. Dicen fue un gran futbolista de técnica depurada.

Una vez me contaron que anotó un gol desde la media cancha y uno más que se perfiló por la banda derecha, se quitó a uno, dribló a otro, otro, otro y otro para puntear sobre el arquero el pase a gol.

Nunca intentó probar suerte en el futbol profesional. Por desgracia cayó en las garras del alcoholismo.

Un día lo vi sentado en la banqueta por las calles de Alejandrina y Torres Quintero con su inseparable anforita de «Tequila», era alcohol de 96 grados. Me llamó: «siéntate Rulas, quiero platicar contigo. Nunca te enamores, enamórate de la mujer con la que te vas a casar, hay ausencias que nunca se superan. Me enamoré y me abandonaron», me dijo llorando.

A pesar de mi corta edad asimilé sus palabras. Nunca lo vi jugar, por él supe del futbol porque me regaló mis primeros tacos. Continuó hablando, me habló de su familia, de la religión, el futbol y del amor.

Yo tenía que irme a la primaria en la escuela del Sálate. Ahí lo dejé sentado, según dormido.

Cuando regresé de la escuela mi madre me informó: «Prieto, que tanto hablaste con el Seven»; no, casi no hablé, me dio consejos, respondí.

Mi jefa, estaba llorando, «se murió», me la soltó de sopetón. No estaba dormido, había muerto sentadito en su esquina preferida.

Historias como esas son muchas.

Secretario de Comunicación STAUDG

@rulasdelacruz

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