Alfaro, el candidato ¿de unidad?

gaboPUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza

Bajo una presidencia de la República, de extracción priista, opera eso que en su momento Jorge Carpizo llamó facultades ‘meta-constitucionales’ del presidente de la República.

De esas reglas no escritas, se desdoblan otras que siguen la misma lógica en las entidades federativas gobernadas por el PRI.

Si el jefe máximo del PRI (primer priista, le dicen) está en la presidencia de la República -no en el Comité Nacional del PRI-, el primer priista de cada estado es el Gobernador, que también es el jefe máximo del PRI en los estados que gobiernan los tricolores.

De esta forma, el candidato del PRI a Gobernador de Jalisco lo define, bajo estas reglas, el presidente de la República y el candidato a presidente del PRI, fundamentalmente.

El ex presidente Adolfo Ruiz Cortines llegó a describir las reglas no escritas para la selección de candidatos en el PRI, al afirmarle al ex gobernador de Jalisco, Agustín Yáñez, lo siguiente: “los gobernadores y los senadores son del presidente; los diputados federales son de los sectores; los diputados locales son de los gobernadores; y los presidentes municipales son del pueblo”.

Seguramente habrá sus excepciones, pero esta inercia de distribución de poder en el PRI, parece seguir aún la lógica descrita Ruiz Cortines.

Así que muy probablemente sea el presidente de la República y el candidato del PRI a presidente, quienes elijan al candidato del PRI a la gubernatura.

El gobernador Aristóteles tendrá opinión, incidencia, pero difícilmente la última palabra. Que la puede cabildear y sacar adelante, tal vez; especialmente porque al gobierno federal y a su Comité Nacional tricolor, parece no importarles mucho una derrota en la gubernatura de Jalisco, si con ello se asegura que Movimiento Ciudadano no apoye a López Obrador en la contienda federal.

Además, después de la derrota en las elecciones locales de 2015, el máximo priista de Jalisco parece que renunció a la posibilidad de construir algún candidato, con posibilidades reales de ganar la gubernatura.

Ya lo dijo AMLO, lo dijo Kumamoto -y antes este espacio-: en Jalisco se trabaja en una transición pactada.

Al igual que AMLO, Enrique Alfaro está en campaña desde 2010. Desde que logró ser presidente municipal de Tlajomulco (2010-2012), sus acciones se encaminaron a buscar la gubernatura. En Jalisco no existe ningún aspirante a gobernador o político que tenga ese récord de tiempo en campaña por la gubernatura.

Ha generado muchas inercias, vendido mucho futuro y acordado con los principales factores de poder en Jalisco.

El peso político de Alfaro Ramírez alcanzó tal tamaño, que el PAN y el PRI encuentran hoy serios problemas para articular una posible opción para competir con dignidad las elecciones en 2018.

Todo indica que Alfaro será el candidato de “jure” en un frente o alianza, mientras que de facto, para el gobierno estatal.

Así las cosas, la próxima elección para gobernador, el siguiente año, no será de tercios como a nivel nacional. No será entre tres… ni siquiera entre dos. Será la elección de uno. Una suerte de referéndum electoral, auspiciado –paradójicamente- por los grupos de poder político y económico más encumbrados de Jalisco.

No hay que perder de vista que en la elección para presidente municipal de Guadalajara, en 2015, Alfaro casi duplicó la tendencia de votos sobre su principal adversario político del PRI en la contienda. Consiguió el 50.8% de los votos, respecto del 27.7%, del candidato del PRI.

Si el candidato priista es testimonial -que es una posibilidad cada vez más cercana-, ese doblete podría volver a ocurrir, incluso con más ventaja.

Lo cierto es que al dos de noviembre de 2017, el candidato de MC a la gubernatura sigue solo.

No hay nada que se le oponga en realidad. Apenas su propia ira incontrolable le hace daño con cierta regularidad, ante la ausencia absoluta de un adversario de talla con quien disputar los activos de la política.

La omisión fue la decisión que le ha favorecido desde el gobierno. Los debates, realmente intrascendentes entre el Alcalde y el gobernador, no dicen nada.

Uno que camina solo, contra otro que ya es gobernador, y ya se va… Es una contienda que se definirá por ‘default’. Tal vez una candidatura, ¿de unidad?

Director General de Canal 44 de la U de G

@Gabriel_TorresE

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