PERSPECTIVA21/Verónica Juárez Piña
El mexicano, es un pueblo que ha sufrido golpes muy duros. Explosiones, huracanes, temblores, masacres. Las malas noticias llenan los noticieros y creemos eso de que somos una sociedad abocada a la tragedia.
Que no salimos de una para, en automático, entrar a la que sigue. Y que los gobiernos nunca han estado a la altura de las circunstancias y no han dado las respuestas que exigimos como país.
Sin embargo, ante ese relato trágico, está la otra parte de la historia. Una historia de solidaridad y fraternidad que es única.
Un pueblo que tiene la capacidad de unirse para enfrentar los peores infortunios. Pasó en el temblor de 1985, en las explosiones de 1992 en Guadalajara, en los huracanes que golpearon la Península de Yucatán o en el sismo de 2017: la sociedad civil dio un paso al frente y se puso en la primera línea en las labores de rescato y apoyo.
La sociedad civil mexicana nació y creció frente a la tragedia. Ante autoridades corruptas que, en más de una ocasión, no han cumplido con sus obligaciones, el pueblo supo comportarse solidario y fraterno.
Las imágenes son conmovedoras: miles y miles de mexicanas y mexicanos en cadena humana pasando de mano en mano víveres, medicamento, instrumentos. Esas imágenes y vídeos con el puño en alto antes de rescatar a alguna víctima del sismo son un tesoro que nos permite albergar esperanza.
Si el siglo XX fue el de los estados, no tengo la menor duda que la actual centuria será la de las sociedades. Frente a las nuevas dinámicas de comunicación, los gobiernos quedan completamente rebasados.
Y ahora, ¿qué sigue? La reconstrucción será lenta y dolorosa. Al mismo tiempo que lloremos a los cientos de víctimas, debemos de entender que el país tiene que seguir adelante. Los daños, sin duda, se contabilizarán en miles de millones de pesos.
En el PRD, y como parte del Frente Ciudadano que busca llevar la agenda social a las instituciones de Gobierno, renunciamos al financiamiento público para partidos políticos y pedimos que se canalice a quien más lo necesita.
En momentos como éste, entendemos que no basta con ser solidarios, los políticos estamos obligados a rendir cuentas sobre nuestros recursos y no es justo que los institutos partidistas tengamos esa cantidad de recursos cuando hay tantas necesidades luego del sismo.
La tragedia si la entendemos con la mirada puesta en el futuro, también sirve para que tomemos decisiones que hemos postergado por mucho tiempo.
Desde el Frente Ciudadano por México renunciamos al financiamiento público de los partidos.
Pero nuestra propuesta va más allá, vamos por la creación de un Fondo Nacional para la Reconstrucción, en donde se reorienten al menos 60 mil millones de pesos que incluya lo correspondiente, entre otros, a la reducción al 50% del gasto del personal por honorarios, la reducción al 50% de la nómina de mandos altos y medios, la eliminación de seguros de gastos médicos mayores y de vida a altos funcionarios, de viáticos, el pago de servicio de telefonía, gastos de publicidad gubernamental, con excepción de lo estrictamente necesario para la seguridad nacional, salud, turismo, derechos humanos y protección civil.
Es decir, pedimos e impulsaremos una verdadera agenda de austeridad y no migajas frente a la tragedia.
