La «guerra de los números»

PUNTO CRÍTICO

Gabriel Torres Espinoza

 

Han pasado poco más de siete meses (24 de febrero), desde que comenzó la invasión rusa en Ucrania como una “operación militar especial” y transitó, con la declaración de Putin de hace unos días, a una “movilización parcial militar” —que supondrá una escalada más de violencia y tensión—.

Las amenazas de una eventual respuesta nuclear al país que ose interferir directamente en ella, respecto del país que registra el mayor número de ‘ojivas nucleares’ en el Mundo [5,977 de Rusia vs. 5,428 de EE. UU.: Statista, 2022], no han cesado.

La alarma no es menor. Carl Sagan, el más importante divulgador de la ciencia del siglo XX, llegó a señalar: “las dos bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial (SGM) llevaban apenas 20 toneladas de TNT; no obstante, todas las bombas (nucleares y no nucleares) arrojadas durante la SGM (1939-1945) llegaron a los dos millones de toneladas de TNT (dos megatones)”.

Actualmente, “todas las ojivas nucleares del mundo suman mucho más de 10 mil megatones de TNT, es decir, la fuerza arrasadora de cinco mil ‘segundas guerras mundiales’, que podrían detonarse en tan solo una tarde”. De ese tamaño es el problema.

De acuerdo con la ONU, el número “confirmado” de víctimas mortales civiles, en esta guerra, asciende a cinco mil 916 ucranianos, y poco más de 7.4 millones de refugiados de este país en toda Europa. Un éxodo que remembra a la SGM.

La comparación entre un evento y otro, advierte muchas similitudes, y una de ellas de especial preocupación: la invasión y anexión de territorios europeos, por la “unificación alemana”, desencadenó la más sangrienta guerra global de la que se tenga registro. La historia parece repetirse.

Por su parte, las bajas (mortales y heridos) entre las fuerzas armadas de Ucrania y Rusia es sumamente disímbola y equidistante entre ambos polos. Esto es, no hay números “confirmados”.

Esa es la ‘guerra de los números’, como ocurre en cualquier guerra. No obstante, mucho ha ocurrido desde el inicio de la invasión, como la interminable lista de ‘sanciones económicas’ de Occidente hacia Rusia, que acreditaron un rotundo ‘coletazo’ que impactó a toda la economía mundial.

Finalmente, ya quedó claro que Putin no es un gran estratega militar, pero sí un hombre sumamente hábil para mover las piezas del ‘ajedrez político’.

Anunció, recientemente, la celebración de diversos referéndums en las regiones de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia —y en las dos primeras, existe un abrumador respaldo prorruso—, para la eventual anexión de estos territorios —como ocurrió con Crimea en 2014—.

Independientemente de lo ilegítimo de estos referéndums —para la comunidad internacional—, representó un ‘movimiento audaz’ que reforzará los intereses de Putin: después de anexionar, al menos, dos de las cuatro regiones de Ucrania, éstas pasarán a formar parte del territorio soberano de Rusia, para el que su Presidente ha anunciado que lo defenderá “con todos los medios a su alcance (incluida la respuesta nuclear)”.

El desenlace de dichos acontecimientos ocurrirán, también, en fechas estratégicas, ante la llegada del mejor aliado histórico y militar de Rusia: el invierno europeo —que ya representa caos e incertidumbre ante la escasez del gas natural y su dependencia al gas ruso—.

Director Gral. de la Operadora  SURTyC de la U de G

@GabrielTorresEs

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