En el Kamasutra, no todo es sexo

En el Kamasutra no todo es sexo. Por el contrario, es un libro sofisticado que enseña a la gente a despertar a nivel espiritual y físico.

Poco se sabe sobre Vatsyayana, el autor del libro más citado en términos de sexualidad ancestral: el Kamasutra. Se asume que era una especie de sabio en la India, alrededor del siglo III a.C., que buscaba la iluminación por medio del cuerpo físico.

Para el hinduismo, esta concepción no era extraña en lo absoluto: por el contrario, se asumía que los seres humanos —como seres sensibles que somos— tenemos varios niveles de consciencia, que se alinean cuando evolucionamos espiritualmente.

Mientras que en India el Kamasutra se ha conservado como una referencia sagrada para entender el cuerpo y las relaciones, en Occidente se ha relegado a un motivo de morbo.

Las personas que se interesan por leerlo pueden sorprenderse al encontrarse con una amplitud de temas no necesariamente sexuales ahí escritos. Estos son algunos de ellos.

Un código de ética milenario

La primera vez que el Kamasutra se tradujo del sánscrito fue en el siglo XIX, con el trabajo del lingüista británico Richard Francis Burton, según documenta la indóloga estadounidense Wendy Doniger.

Fue entonces que la moral estricta de la era victoriana en Occidente se expuso por primera vez a posturas eróticas comprometedoras o vergonzosas, que se consideraron como indecentes y pecaminosas.

Sin embargo, en la cosmovisión hindú este tipo de posiciones se consideraron como la contraparte erótica de una práctica meditativa ancestral: el yoga. Sin embargo, no sólo se trata de eso, según explica Doniger:

“[El Kamasutra] es un libro del arte de vivir: sobre cómo encontrar una pareja, cómo mantener el poder en el matrimonio, de cómo vivir como o con un cortesano o usar drogas —y también sobre algunas posturas en las relaciones sexuales”.

En el Kamasutra se describe un código de ética milenario, sobre cómo imponer y respetar los límites de la otra persona. Así como el yoga es una práctica que busca alinear la energía de los distintos campos energéticos de los seres humanos, este libro explica cómo unificar los cuerpos de varias personas por medio del sexo para trascender juntos.

Las lecturas occidentales sobre el Kamasutra han cambiado conforme avanzan los siglos, y los marcos de referencia se modifican atendiendo los movimientos sociales. Por ello, las enseñanzas inscritas ahí han visto transiciones. En el siglo XIX, se les consideraba desde un punto de vista romántico, enfocado en lo ajeno que resultaba el orientalismo. Para el siglo XX, desde la lectura de Michel Foucault, se analizó como un libro para aprender sobre poder y control de otros.

Algunas lecturas feministas, según Doniger, consideran este libro ancestral como un tratado de control a las mujeres —siempre relegadas a un lugar inferior con respecto a los hombres y su satisfacción sexual.

No sólo eso: también se describen claramente las diferencias entre las castas, los derechos de cada una y la distribución de la riqueza que reinaba en el contexto histórico en el que fue escrito.

Un engranaje de la educación básica
Lo que es más: el Kamasutra se entendió en su época como un manual que enseñaba a las personas cómo comportarse en sociedad, a nivel público y privado. Así como funcionaba como un código de ética, se incluía abiertamente como parte de la educación básica de las personas. Por ello, templos enteros en esta región del mundo fueron dedicados a estas inscripciones sagradas.

No debe perderse de vista que, al final, éste era un libro consagrado, en el que se hablaba de las consecuencias que las acciones individuales podrían tener para la persona en esta vida y en reencarnaciones futuras. Por ello, el Kamasutra fue considerado como un engranaje indispensable de la educación básica para esta cultura —aunque en Occidente se piense otra manera.

Con información de Muy Interesante

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