Leyenda prehispánica que explica el origen de la flor de cempasúchil

Xóchitl y Huitzilin se conocieron siendo niños. Crecieron y jugaron juntos por años. Con el tiempo, su amor floreció. Se casaron al poco tiempo y fueron felices, pero su unión duró muy poco.

Un día, Huitzilin tuvo que partir a la guerra. Xóchitl se quedó sola, esperando que él pudiera regresar algún día. En ese momento, la mujer no sabía que no volvería a verlo jamás. Ésta es la leyenda de la flor de cempasúchil.

¿Cuál es la leyenda de la flor de cempasúchil?

Pocos días más tarde, un soldado llamó a la puerta de su casa. Venía vestido con un traje ceremonial, en honor a los fallecidos. En la lengua tenía una noticia funesta: Huitzilin había muerto. Devastada por el dolor, Xóchitl decidió subir a un monte elevado para hablar con el dios del Sol, Tonatiuh.

Acongojado por la desgracia, el dios solar le concedió una visita. Fue entonces que la mujer le imploró que le permitiera volver a ver a su esposo. Tonatiuh aceptó, y decidió convertir a Xóchitl en una flor que arrojaba luz durante las noches. Durante meses, la mujer-flor permaneció cerrada, hasta que un colibrí se posó sobre su tallo debilitado.

Al sentirlo sobre sí, reconoció el tacto suave de Huitzilin, quien había llegado hasta ella por su aroma. En ese instante, el campo floreció con un fulgor naranja. Miles de brotes similares nacieron de la tierra e iluminaron la noche con un resplandor que nadie había visto antes. Con los años, la gente empezó a llamarla cempohualxochitl: la flor de 20 pétalos.

Veinte flor: ¿qué simbolismo prehispánico acarrea el cempasúchil?

En la narrativa tradicional mexica, el amarillo o naranja intenso de la flor venía directamente del sol, y servía para guiar a las almas partidas de regreso al banquete que les esperaba de vuelta con sus familiares todavía vivos. No solo la tonalidad, sino el aroma único de la flor traería de regreso para disfrutar una noche más en compañía de sus seres queridos.

De ahí que se utilice para adornar los altares de muertos en distintas partes del país durante los primeros dos días de noviembre: como una guía de bienvenida a aquellos que ya no comparten este plano de existencia.

Etimológicamente, cempasúchil significa “veinte flor”, ya que viene del náhuatl cempohualxochitl. Este término está formado por cempohualli, que se traduce como “veinte”; y por “xochitl“, que quiere decir “flor”. La palabra completa hace referencia al número de pétalos que coronan a la planta, como un pompón de tonalidades cálidas.

El cempasúchil en las festividades de muertos

Hoy en día, puede encontrarse en estado silvestre en diversos tipos de ecosistemas de la República, dado que es una planta originaria de Mesoamérica. Puede llegar a medir hasta un metro de altura, y sus botones alcanzan los cinco centímetros de diámetro. Sin embargo, también ha germinado en distintos países de América Central, como Panamá, Honduras y El Salvador, por mencionar algunos.

Esto es así porque es una planta sumamente versátil, que se adapta al entorno que la rodea: bien puede florecer en bosques de encino de clima templado, o en medio de la humedad de las selvas tropicales. No obstante, la importancia de la flor de cempasúchil radica en su valor simbólico, asociado a las festividades de noviembre en México.

En la actualidad, la producción de cempasúchil en México está principalmente centrada en los fines ceremoniales que esta conserva. Durante las últimas semanas de octubre y los primeros días de noviembre, el país se reviste con un manto naranja, a fin de invocar a los espíritus de los seres queridos durante las festividades de muertos. Es una flor que, alrededor de sí, hay fiesta, culto, tradición y sincretismo religioso. Hoy en día, es una flor que da luz.

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