Los perdedores

HACIENDO ADOBES

Miguel Zárate Hernández

Perder una elección para algunos puede ser una contingencia calculada. Simplemente así sucede con los que buscan solamente una regiduría sin haber comprometido un esfuerzo real para lograr la presidencia municipal.

Desde luego que, ante la polarización de corrientes políticas, hay muchos que dieron por descontado conseguir a lo sumo esa especie de premio de consolación que permite la ley, con el mismo sentido de dar representatividad a sectores de población que a veces no están dispuestos a cambiar, así tampoco de colores.

Igual acontece quienes esperan mejor los resultados finales para lograr posiciones plurinominales, sobre todo las que desde el principio se perfilan como un privilegio seguro.

Sin embargo, esto no quiere decir que los perdedores puedan olvidarse de sus responsabilidades. Aunque hasta ahora todo apunta a que, por ejemplo, Carlos Lomelí y Alberto Uribe rindan protesta como regidores en Guadalajara y Zapopan, qué grave sería que algunas de estas dos figuras de la oposición en Jalisco, declinaran porque el cargo no sería ya del nivel que pretendían.

Muchos creen que esta actitud ya barrunta puesto que Uribe no desdeña la oportunidad de fungir con el famoso puesto de “super delegado” y de Lomelí es factible que se someta a una serie de controversias legales para, finalmente, mejor dedicarse a su productiva actividad empresarial.

Desde ahora hay que decirlo con claridad: no se vale, para nada se vale que tras unas campañas intensas en que decenas de miles de jaliscienses votaron por ellos, ahora reciban un palmo de narices y no cumplan, al menos, con una tarea que no sería contemplativa sino de cierto grado de trascendencia al participar en sus respectivos cabildos.

Para Lomelí y Uribe, además, se agrega un ingrediente más, la aún remota pero viable posibilidad de irse perfilando hacia lo que verdaderamente es el sueño de ambos: pelear por la gubernatura próxima. Por ello inquieta tanto que los dos hayan sido en gran parte víctimas de una pésima conducción de su partido durante las campañas.

La delegada de Morena, para qué decir más, vino en busca de su propia rehabilitación dentro de su partido, ya que había venido arrastrando muchos problemas internos.

Lamentablemente, lo han juzgado varios de los propios candidatos morenistas, como Uribe y la que sí resultó como gran triunfadora en el área metropolitana de Guadalajara como diputada federal Claudia Delgadillo, los reclamos a la señora de rebuscado nombre han terminado en el dimes y diretes de quien no acepta sus errores -muy graves como asignaciones inexplicables de candidatos y el extraño manejo de los recursos-, y arremete contra sus propios correligionarios.

Miren sea la propia Claudia Delgadillo la que señale a lo que va a enfrentar en el próximo Congreso cuando de su misma bancada estará la que manipuló al antojo las candidaturas en Jalisco y que hoy utiliza como justificación cuestionamientos no probados de que “entregó” la elección a Movimiento Ciudadano.

Un mal consejo para los próximos prospectos de Morena: por favor no confíen en una delegada, en alguien que actúa de esa manera y que desdibujó su papel para dejar a muchos aspirantes sin apoyos y a su suerte.

Por eso mismo hay que entender que el espíritu de la ley contempla esa mecánica para que las minorías tengan un papel que en sentido estricto tiene el mismo peso que el de los triunfadores. Si se establecieron programas y proyectos, ahora es el momento de que se hagan vigentes ya que, seguramente, no podrán ser desechados si se trata de servir mejor a los ciudadanos.

Lomelí y Uribe, así como Maldonado en Tlaquepaque o Marcela Michel en Tlajomulco, no debieran considerarse simplemente perdedores.

Un sector importante de la población votó por ellos y muy posiblemente lo hizo más en función de su personalidad, que por los colores con que se postularon. Y esta situación, igualmente, debería correr igual para los regidores donde MC no ganó, como en Tonalá, Puerto Vallarta y otros, para que cada uno asuma el rol que le corresponde.

Veremos cómo funciona la pluralidad, que queden fuera los egoísmos políticos y que, con sus propios principios y propuestas, todos busquen lo mejor para nuestras ciudades y nuestras legislaturas. Como decía un escritor francés, en política a fin de cuentas no hay perdedores. lo que sí hay son traidores.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara
Twitter: @MiguelZarateH

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