La formula Lemus

PUNTO CRÍTICO

Gabriel Torres Espinoza

La tierra es de quien la trabaja. Actualmente, Pablo Lemus es el activo de Movimiento Ciudadano mejor evaluado por las encuestas.

De acuerdo con Mitofsky (diciembre: 2020), es el 6to alcalde mejor evaluado del país, con una aprobación del 67.2%. Es verdad que no hace parte del primer círculo de los cuatro factótums (Enrique, Ismael, Clemente y Hugo) que lideran el grupo ‘alfarista’.

Pero logró ser el que mejor capitalizó la oportunidad de desempañarse, por dos ocasiones consecutivas, en un cargo de elección popular (como presidente municipal de Zapopan). Que hubiesen recurrido precisamente a él, obvio, no es porque sea uno de los más estimados por el gobernador, tampoco porque sea de los más disciplinados o porque le inspire mayor confianza (exactamente lo contrario).

Recurrieron a Pablo Lemus, porque está en el lugar y en el momento indicado, mejor evaluado que cualquier otro (a).
Bajo elecciones altamente competitivas, más que la cercanía con quien detenta el poder, el factor que pesa es el de la rentabilidad electoral, medida en intención del voto. Cara a una elección muy competida, el éxito de Pablo Lemus lo constituyó su alto posicionamiento entre los electores, precisamente derivado de una gestión donde se construyó como un político con autonomía, capaz de discrepar con el gobernador y con una personalidad propia diferente.

Como resultado de esa actitud, Pablo Lemus consiguió las ¡dos candidaturas más importantes de Movimiento Ciudadano! para estas elecciones en Jalisco: la candidatura a la presidencia municipal de Zapopan (para su incondicional Juan José Frangie) y la candidatura a la presidencia de Guadalajara. Además, algunas nominaciones para diputados.

Para los más allegados a Enrique Alfaro debe ser desconcertante que la ruta del disenso, de marcar distancia, de no aceptar disciplina a ciegas, terminase como la fórmula mediante la cual un presidente municipal, que no milita en MC y que se construyó a través de las discordancias, obtuviese de este partido las dos candidaturas de mayor jerarquía en la elección por venir. Eso explica, por ejemplo, el disgusto de Salvador Caro, que apostó por una obediencia a ciegas en el Congreso, en no pocas ocasiones erosionando su propio rol como integrante de un poder que debió ser autónomo e independiente.

Al final, la decisión de discrepar, justamente, es lo que le permite rescatar una diputación proporcional federal, que si hubiese sido disciplinado simplemente no habría llegado. La fórmula ‘Lemus’, ahora lo ha comprobado Salvador Caro, es en consecuencia más efectiva.

Pero esto no tiene nada de extraño, ni de inédito. El mismo Alfaro logró sus mejores niveles de aprobación a partir de disentir, del contraste y de estar en el discurso de lo políticamente correcto.

Precisamente, la independencia con que se condujo en la oposición, le redituó entonces la confianza de ese voto con expectativa de cambio. No podría explicarse el éxito de Alfaro sin sostenerse en franco desafío con quien detentó el poder y con los partidos tradicionales.

La moraleja es ahora evidente: Para conseguir la confianza de los electores con expectativa de cambio (la mayoría), se debe guardar cierta independencia, cultivar personalidad propia y ser receptivos a lo políticamente correcto.

Director Gral. de la Operadora SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresEs

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