El harén del palacio Topkapi.

El palacio Topkapi fue la residencia de los sultanes otomanos desde el año 1478. Construido por el Sultán Mehmet II. Posteriormente fue ampliado y reconstruido por sus sucesores. Para que nos hagamos una idea de la magnitud del mismo.

La muralla que lo circunda tiene cinco kilómetros. Fue ocupado hasta el año 1853 cuando el sultán Abdul Mecit decidió trasladarse a otro palacio más europeo, el palacio Dolmabahce.
El palacio es cerrado y solo será reabierto por el general Mustafá Kemal Ataturk, presidente de Turquía en el año 1924 y lo hace como un museo.

Debemos saber que la vivienda musulmana consta de dos partes muy diferenciadas:
-El selamik zona destinada a los hombres.
-El harenlik lugar de mujeres. Nunca podía ser visitado por los hombres salvo por su dueño y los eunucos. Si algún hombre entraba en él, significaba su muerte.

Fue Mimar Sian el encargado de diseñar gran parte de dicho edificio. La zona del harén es un gran laberinto, con más de trescientas habitaciones y con un gran valor arquitectónico.

Este harén tenía tres partes perfectamente diferenciadas: El de los eunucos negros, la sala de las mujeres y los apartamentos del sultán.

La zona de los eunucos negros estaba revestida de unos espectaculares azulejos de color azul.
La segunda parte, la zona de las mujeres. Se construyeron alrededor de trescientas habitaciones, agrupadas alrededor de tres patios: el de la Sultana Madre, el de las favoritas y de las concubinas, que le hubieran dado algún hijo al Sultán y el tercer patio el de las sirvientas.

Todas estas dependencias estaban revestidas de bonitos azulejos con techos y cúpulas decoradas con pinturas al fresco, dibujos florales y paisajes.

De las estancias del Sultán debemos destacar la Cámara Imperial, el salón de las chimeneas y el salón de Murat III que sigue conservando la decoración original del siglo XVI.

Posteriormente se fueron añadiendo nuevos salones como la biblioteca, baños y comedor también llamado “la sala de la fruta”. Todos estos salones estaban decorados con los mejores azulejos de Iznik, techos con cúpulas decoradas de pinturas sobre tela, columnas de mármol.

Los baños tenían grifería de estilo barroco.
Todas las partes del harén se comunicaban por corredores y se le llamaba “el camino de oro”. Debemos hacer referencia a la existencia en todo el harén de la gran abundancia de perfumes, sándalo, jazmín, incienso…

En el harén se vivía con unas normas muy estructuradas y muy rígidas. Todo se basaba en la obediencia, la tradición y se hacían numerosas ceremonias. El harén estaba constituido por unas mil personas, contando a las esclavas y eunucos. Debemos destacar al jefe de los eunucos, que solía tener un gran poder dentro del Estado Otomano, tan sólo por debajo del Visir y del experto en las leyes.

Las mujeres del harén deben al señor una devoción casi divina y una sumisión absoluta. La concubina elegida para pasar la noche con el sultán al entrar en la habitación, debe mostrar una gran humildad, dejará caer el camisón y entrara en la cama por los pies y avanzará así hasta el dueño del harén.

Este inmenso gineceo alberga esclavas de todas las razas y procedencia. Estaba dirigido por “la sultana valida” también llamada “Valide”, que era la madre del Sultán, que además aportaba su opinión en los grandes asuntos del Estado.

El siguiente pero ya en un segundo escalón en el orden del harén es la primera esposa del Sultán que recibía el título de “Kadin”, era la madre del primogénito y estaba destinado a gobernar.

Siguiendo en importancia nos encontramos a las otras esposas oficiales del Sultán y sus favoritas, que se les denominaba “ikbal”. Después estaban las concubinas que compartían cama con el sultán y recibían el nombre de afortunadas “gozde”.

En el harén vivían también las concubinas no sólo del sultán sino también la de sus oficiales más importantes, así como las mujeres que serían empleadas para concertar matrimonios de tipo político.

El conjunto de todas ellas se les denominaba “cariyeler” y el Sultán podía disponer de ellas a su voluntad. Las sirvientas no tenían ningún contacto con el Sultán como concubina. Si alguna de estas mujeres era elegida por el Sultán como concubina se le daba una estancia privada para que la prepararan para su encuentro. Si después del primer encuentro el Sultán quería seguir con ella, entonces pasaba a la categoría de odalisca.

Las odaliscas nunca eran presentadas al Sultán pero aquellas que destacaban por su belleza, por su capacidad intelectual y en consecuencia se les consideraban que podían ser unas buenas concubinas, se les preparaba para hacer bien su labor. Se les enseña a bailar, a recitar poesía, tocar instrumentos musicales y todo aquello que pudiera satisfacer al Sultán.

Las mujeres del harén provenían de todas las partes del país, la mayoría de ellas extranjeras, ya que solían ser capturadas en la guerra o fruto de regalos. Todas ellas recibían una educación de gran calidad y se les enseñaba todo tipo de artes como la poesía, música, danza y era muy importante el conocimiento del Corán.

Las que destacaban en el harén se reservaban para el Sultán o para los altos funcionarios del gobierno. La mayoría de las mujeres que estaban en el harén eran utilizadas como sirvientas sin tener que cumplir ningún papel sexual y recibían el nombre de mujer de cámara.

LOS EUNUCOS

El papel de los eunucos era muy importante en el harén. Debemos distinguir dos categorías:
Los eunucos negros que provenían de la esclavitud y eran africanos, cuya función era servir a las mujeres.

Todos seguían las órdenes del jefe eunuco negro, que era miembro de la Corte y disponía de gran poder. Los eunucos negros eran los que se encargaban de custodiar el harén femenino y protegían sus puertas. Eran los que vigilaban a las mujeres noche y día. Cuanto más feo fuera el eunuco negro más valor tenía. Estos controlaban todo, desde la comida hasta la ropa de las mujeres.

Los eunucos blancos cuya procedencia era mayoritariamente de la zona de los Balcanes. Estos servían en la escuela del palacio, que era el lugar donde son instruidos los niños del harén para convertirlos posteriormente en oficiales de jenízaros.

El jefe de los eunucos blancos, tenía un gran poder, pues era el brazo derecho del Sultán y muchas veces detentaban más poder incluso que el propio Visir (primer ministro).

Los jenízaros formaban la caballería de elite del ejército otomano, solían ser esclavos cristianos previamente seleccionados de las tierras balcánicas. Eran instruidos en condiciones durísimas y se les permitía no convertirse al Islam.

Uno de los espacios más desconocidos del harén era el conocido como Kafes (la jaula) y era el edificio donde tenía la residencia el heredero al trono otomano, permanecía en él, hasta que sustituyera al Sultán. Si no llegaba al poder permanecía en el edificio de por vida. El poder otomano utilizaba esta fórmula para que ningún heredero pudiera conspirar para hacerse con el poder.