El partido ¿de Kumamoto?

PUNTO CRÍTICO

Gabriel Torres Espinoza

Que el movimiento ‘Wikipolítica’ se constituyera en un partido político representó un acierto. A final de cuentas, en los hechos, los ‘wikis’ parecían más un instituto político en el proceso electoral de 2017-2018 (que abanderaba a sus candidatos con el distintivito logo del ‘arbolito’) que un movimiento independiente.

En no pocas ocasiones, los movimientos político-sociales son la antesala de un partido. Morena (en México) y Podemos (en España), son tan solo un claro ejemplo de lo anterior.

Pero no puede dejar de observarse las contradicciones ideológicas en las que incurrieron los ‘wikis’, quienes construyeron una oferta política en un discurso monolítico: el estar en contra de los partidos.

Aunque también, debe advertirse que la inconsistencia discursiva más importante que se les atribuye, no es única de Futuro, sino que parece ser un fenómeno esnob de la política y los políticos de nuestros días: hacer política, hablando mal de la política; y constituir partidos -y servirse de ellos- bajo la premisa de un supuesto rechazo antagónico a ellos.

Sin embargo, las democracias modernas, son democracias de partidos. Por supuesto, los partidos son tan solo una condición necesaria, más no suficiente de la vida en democracia. Más aún, la consolidación de ella pasa, necesariamente, por el perfeccionamiento del sistema de partidos, y no por la aniquilación de este.

En todo caso, lo criticable en Wikipolítica, ahora ‘Futuro’, tiene que ver con ello: es decir, no tanto en su tránsito de movimiento a partido, sino en las debilidades que tiene como partido.

Resulta un desacierto que este instituto político se centre en la figura de apenas una sola persona: Pedro Kumamoto. ¿Por qué? Porque los partidos políticos deben favorecer la institucionalización de la vida política, y no la personalización de ella.

Como señala el jurisconsulto Rodrigo Borja: “aun sin proponérselo, los partidos han reducido el peso específico de los individuos en la vida política”.

Porfirio Muñoz Ledo, sobre Morena, ha criticado que su principal problema es que “es más un movimiento, que un partido” basado en López Obrador.

Lo mismo aplica para Futuro. Los movimientos, por regla general, abanderan una causa, y desaparecen cuando cumplen su cometido social. Lo que caracteriza a un partido es la permanencia de un programa político, que es uno de sus cuatro elementos constitutivos.

¿Cuál es la ideología política de Futuro? Difícil saberlo. Constituirse en partido, parece que los dejó sin discurso. Ahora lucen ambiguos. Incluso, silentes. Sus posturas ideológicas sobre el aborto, el matrimonio igualitario, la adopción homoparental, así como los derechos de la comunidad LGBTTTIQ son temas que hora evitan.

Este es el debate político del presente, pero sobre todo del FUTURO inmediato, mismo que ‘Futuro’ evade. A la vez, sí pesan entre sus filas diversas denuncias de acoso, pedofilia y violación, delitos que son minimizados o tolerados.

Si los partidos políticos son “entidades de interés público”, no deben ser anticuados y antidemocráticos. Si estos viejos atavismos persisten en Futuro (un partido nuevo), y no permiten la democracia interna y la transparencia en la elección de sus dirigentes y candidatos, más que ‘futuro’, parecen esforzarse en representar el pasado.

Director Gral. de la Operadora SURT y C de la U de G

@Gabriel_TorresE

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