Se cuentan muchas anécdotas sobre la infancia y juventud de Alejandro Magno. La mayoría se encuentran en los primeros diez capítulos de la biografía de Plutarco.
Plutarco las relata para sugerir la futura invencibilidad de Alejandro; su naturaleza vehemente (apenas controlada por su autodisciplina); su autocontrol; su confianza; y su ingenio.
El Alejandro adulto era famoso por todo esto. Sería un error, sin embargo, olvidar algunos hechos destacados sobre su origen y educación mientras leemos la deliciosa letanía de triunfos juveniles de Plutarco.
Alejandro era un príncipe, con la sangre de algunos de los más grandes héroes de Grecia (reales y míticos) corriendo por sus venas a ambos lados de su árbol genealógico.
Además, este joven príncipe no creció entre «bárbaros», como algunos escritores antiguos han insinuado, sino en una corte real rica y sofisticada llena de grandes pintores, escritores, diplomáticos y soldados.
También recibió la mejor educación posible.
A menos que tengamos estos hechos en mente nunca podremos entender cómo Alejandro, el príncipe macedonio, se convirtió finalmente en el rey de Asia y en un dios».
