Entre vacunas y botonazos

HACIENDO ADOBES/Miguel Zarate

Parece que las estrategias hacen agua por todos lados. Tan graves están las cosas que es ahora cuando se observa la verdadera dimensión de la epidemia y, de igual forma, la manera tan deficiente y equivocada como fue manejada desde su inicio.

Justo se cumplirá pronto un año de que nos llegó el mal y que, ante los primeros casos, ninguna autoridad tomó en serio lo que estaba sucediendo.

En Palacio Nacional ya ni para mal recuerdo sirve la actitud asumida entonces por el presidente y sus principales colaboradores en el sector salud, quienes poco a poco se han tenido que comer sus falsos pronósticos de que el asunto no era como para preocuparse tanto y que -lo afirmó entonces el celebérrimo doctor Gatell-, el asunto ni con mucho constituía lo de una simple influenza.

Malos presagios auguraban el derroche de aparente optimismo, de creencias falsas sobre lo que era problema del otro lado del océano.

El criterio simplista de que el tema era tan ajeno y lejano como China, tardó apenas cuestión de semanas en ser decretado como una verdadera pandemia mundial.

Tan distraída y arrogante postura se asumió en el centro de la Nación que a muchos sí empezó a asustar y Jalisco, entre otras pocas entidades, tomó el asunto con un tanto más de atención ya que algunos ciudadanos de la entidad, se decía, habían “importado” el virus desde Estados Unidos.

Se dieron las previsiones iniciales que, con el tiempo, dieron la razón a las autoridades locales sobre la parsimonia y afán de minimización del gobierno de la república.

Sin embargo, muchas cosas persisten para mal en los planteamientos oficiales que, ahora, se busca encauzar solamente a la aplicación de vacunas, dentro de una tarea mayúscula que, como todo lo demás, le ha quedado demasiado grande a las secretarías de estado involucradas y que, por añadidura, politizan y permiten al partido con el que se identifican, dar al presidente y su administración todo el crédito de la salvación de los mexicanos.

Pronto aflora la realidad. Aquí nunca se adoptaron las medidas de otros países más conscientes del problema, y que lograron verdaderamente niveles mínimos de riesgo.

Es hora de que aún ni siquiera se admite aquí que era imperioso aplicar pruebas masivas para detectar focos de contagio y cercarlos, y que no se podía pensar en el libre ingreso, sin control alguno, de los viajeros procedentes del extranjero, como no se hace porque, dicen, “es inútil tratar de frenar así una epidemia”.

Incluso de los procedentes de los Estados Unidos, vecino que, por culpa de otro mandatario indolente, ahora llega al clímax de todos los contagios en el mundo y de alrededor de 400 mil muertos.

También se advierte que, es verdad, la crisis económica que nos ha afectado casi por parejo, ha llevado a la toma de acciones urgentes que no siempre dan el resultado esperado. En Jalisco, hay que insistir, la información a la población ha sido insuficiente.

También por temor a las críticas se han “suavizado” algunas medidas y hasta tolerado que algunos giros funcionen, que cuando apenas les es permitido, abusan en lo posible, saturan sus espacios y contribuyen a la red de contagio puesto que creen que en cualquier momento se aplicará un nuevo “botonazo”.

Hay que reconocer que la población no ha actuado con la conciencia plena del mal que se cierne sobre todos nosotros. A muchos sigue sin que parezca importarles.

Los botonazos jaliscienses se aplican casi como llamadas a misa, incluso el que está vigente debido a la muy probable próxima saturación en los hospitales, con fórmulas que quizá logran atenuar los contagios que se atribuyen muchas veces a la irresponsabilidad colectiva a la que se culpa, pero, por otra parte, el tema de la información vuelve a fallar, no bastan algunos mensajes del gobernador, la orientación debe ser constante y no para justificar o atacar incómodos comentarios como lo hace Gatell, sino para formar lo que debe ser con el tiempo una nueva cultura de salud entre la población.

Desde luego que las vacunas son una solución a la vista, pero no todavía a la mano como se piensa o como quiere la federación hacernos creer. Se puede entender que una entrega se retrase por parte de una farmacéutica.

No obstante, hay que pensar también en la cantidad de vidas que se pierden día con día y los enfermos que ya no tienen tiempo para más demoras. En Jalisco ya superan los siete mil los fallecimientos a causa del virus.

Ni para qué decir más sobre la contundencia que implica para dar a ello toda la prioridad. Por ello, dejemos de pensar en lo trivial, incluso en los panoramas electorales. Entre vacunas que no llegan y botonazos, hagamos cada uno nuestra parte.

No pretendamos “domar” una pandemia impredecible. Mejor domemos todos, autoridades y ciudadanos, nuestra propia conciencia y actuemos con apego a la realidad. Eso es lo que puede salvar, todavía, muchas vidas, hoy y en el futuro cercano.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara

@MiguelZarateH

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