Trump, la insurrección

PUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza

 

Lo ocurrido el día de ayer en el Capitolio de los EE. UU., evidencia cómo una democracia, altamente institucionalizada, puede rápidamente erosionarse en manos de un mandatario profundamente antidemocrático.

Se trata, incluso, del más importante ‘defecto’ y paradoja que acusa todo sistema democrático: que, un líder político, a través de medios democráticos, se hace del poder político y anula o corrompe la democracia.

El único país que ha atajado este problema es Alemania, a través de su ‘clausula de eternidad’, establecida en su Ley Fundamental, que prohíbe este tipo acontecimientos dotando de amplios poderes a su Tribunal Constitucional, para restablecer el orden democrático.

Lo acontecido ayer no es menor. Estados Unidos logró consagrarse, en el siglo XX, como el referente internacional de la libertad y la democracia.

Y aunque hoy, para rankings mundiales sobre democracia, como el que realiza anualmente The Economist, se categorizaba a la norteamericana como una ‘democracia defectuosa’ [frente a las ‘democracias plenas’, presentes sobre todo en países escandinavos y nórdicos], EE. UU. seguía siendo un referente del rule of law (Estado de Derecho o Imperio de la Ley) y los checks and balances (pesos y contrapesos). Pero ayer eso también quedó en entredicho.

Existen dos mecanismos constitucionales para sortear una crisis de tal magnitud: el impeachment y la ‘declaratoria de incapacidad’, dispuesta en la Enmienda 25, que es propuesta y ratificada por la mayoría de los principales secretarios de Estado y el Vicepresidente, para que este último asuma la Presidencia, la cual nunca ha sido utilizada, y probablemente no lo será durante el mandato de Trump, a pesar de contar con causales suficientes después de lo ocurrido.

Los más eficaces ‘controles’ han devenido de los medios de comunicación convencionales (la censura de sus mensajes denunciando fraude electoral sin pruebas) y medios digitales: Twitter -como en otras tantas ocasiones- amenazó con suspender permanentemente la cuenta de Donald Trump (que por el momento bloqueó por 12 horas), por supuesta incitación a la violencia, además de retirarle un video con simpatizantes y ordenó eliminar tres tuits que violaban sus normas.

Se trata de un trágico deja vú que nos retrotrae al 24 de agosto de 1814, la última ocasión en que el Capitolio (y la Casa Blanca) fueron tomadas y ardieron en llamas derivado de un ataque inglés en el marco de la guerra anglo-estadounidense.

Debe tenerse en consideración que la no aceptabilidad de la derrota, y la impugnación de las elecciones presidenciales, generaron una Guerra Civil en 1860, después de que Lincoln resultara electo.

El presidente electo, Joe Biden, conceptualizó correctamente lo sucedido el día de ayer como una “insurrección”. Anoche, el Congreso de EE. UU. retomó su sesión para certificar los resultados enviados por el Colegio Electoral, donde Biden resultó abrumadoramente ganador.

Se trata de un proceso meramente formal y ceremonial, que no tiene facultades de revertir los resultados, sino que, antes bien, de ‘objetarlos’, siempre y cuando la mayoría en ambas Cámaras así lo disponga -lo que se antoja aún más difícil toda vez que los demócratas tienen mayoría en la de Representantes-.

Director Gral. de la Operadora SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresE

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