Primeras gafas de sol de la historia

Para encontrar los curiosos orígenes de este accesorio, hay que conocer el primer antecedente histórico de las gafas de sol, tenemos que trasladarnos hasta hace más de 12.000 años.

Ya en esa época, los pueblos Inuit hicieron gala del ingenio suficiente para fabricar con conchas, huesos o madera unos artilugios que reducían la cantidad de luz que entraba en los ojos, evitando así la ceguera que puede llegar a producir la luz del sol al reflejarse en la nieve.

Este curioso objeto nació de un serio problema que afectaba a los Inuit con frecuencia: La Ceguera de las Nieves.

El clima Ártico es un entorno óptimo para sufrir este mal: Atmósfera clara y gran poder reflectante de la nieve que facilita la llegada directa de los rayos ultravioletas a los ojos.

Pero todos sabemos, que la necesidad agudiza el ingenio y unos toscos anteojos sujetos con tiras de piel de ballena o tendones de animales y unas pequeñas hendiduras para los ojos que permitían ver pero que “filtraban” gran parte de la luminosidad ambiental, fueron suficientes para superar de un modo bastante eficiente un importante obstáculo de supervivencia.

Más adelante, en el siglo XV, en China, se pueden encontrar restos de historias que contaban que en China los jueces chinos ahumaban sus lentes para ocultar la expresión de sus ojos durante los juicios.

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