ESCAMOCHA/ Pepe Díaz Betancourt
Jalisco no desaparecerá pronto del conjunto de entidades que integran el cementerio clandestino del país, con la confirmación de los 113 cadáveres encontrados en la fosa de El Salto-y contando- pone a la entidad en el primer lugar de cadáveres localizados como la presente semana lo estableció Alejandro de Jesús Encinas Rodríguez, subsecretario de derechos humanos de la Secretaria de Gobernación.
A estas alturas al igual que otras entidades de México, durante los últimos doce años, las fosas clandestinas han aparecido como un fenómeno que se ha naturalizado a pesar de su gravedad e impacto, a los gobiernos estatales como Jalisco, no les toca solamente recuperar y almacenar cadáveres, comprar refrigeradores (hasta tráileres) y colgar una etiqueta a cada cuerpo o resto humano.
Luego de casi 10 mil despojos y secciones, los forenses científicos en turno ya tendrían que haber generado una metodología capaz de determinar la penalidad individual de estas atrocidades.
Porque la ciencia forense no está excluida de desarrollar estrategias para disminuir la violencia y acometer acciones que disuadan la comisión de estos delitos.
Pero nada de esto ocurre, porque los hallazgos son incesantes, más numerosos y atroces; ya lo había comentado el propio Encinas Rodríguez uno de los rasgos más interesantes de los hallazgos locales es que se han encontrado fosas en plena zona metropolitana y no estamos hablando de El Salto, Ixtlahuacán de los Membrillos o Tlajomulco, sino casas habitación en Zapopan, Guadalajara o Tlaquepaque.
PILÓN
Claro que a estos primeros sitios de ubicación de personas masacradas el fiscal de Jalisco responderá como lo ha hecho antes sobre este tema: “No es que estemos repuntando, lo que pasa es que se ha hecho más investigación con el ánimo de localizar personas desaparecidas y, en este caso, buscamos personas con vida, en la mayoría de los casos”.
