En defensa de la FIL

HACIENDO ADOBES/Miguel Zárate

Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador cometió un dislate que involucra a una entrañable institución de Jalisco: la Universidad de Guadalajara.

Al margen de la obvia intención política del mensaje, que debería ser considerado como cuestión muy aparte ya que se trataba del enésimo ataque a los que él llama “intelectuales orgánicos” que le cuestionan, dice el mandatario, “un día sí y otro también”, lo cierto es que de paso pretendió poner en entredicho a la Feria Internacional del Libro, recientemente galardonada con el premio hispano “Princesa de Asturias”.

Al que por cierto llamó premio “príncipe de Asturias”, ignorante quizá de que lleva el nombre del heredero al trono y, en este caso, de la princesa Leonor de Borbón, hija del rey Felipe.

Sin embargo, esencialmente lo que pareció enfurecer al mandatario mexicano fue no tanto el hecho de que se entregara la presea más respetada del mundo hispano a la FIL sino a lo expresado por el fundador y presidente de la feria, Raúl Padilla López, quien compareció a recibir el premio de manera virtual pero que en su mensaje dijo lo siguiente: “Los libros y en general la letra impresa se alimentan de la libertad y a la vez la amplían. La modernidad política apareció con la libertad de imprenta, con el derecho de escribir y publicar sin restricciones”, para enseguida exhortar “defendamos este valor fundamental, con más razón frente a los gobiernos populistas que amenazan nuestra herencia liberal y ponen en riesgo la democracia”.

Naturalmente que López Obrador sintió el señalamiento en su dirección y se puso el saco, sobre todo cuando, a su parecer y en su mente, las “últimas” FIL se dedicaron a atacarlo directamente. Le molesta, desde luego, que figuras del ámbito literario e intelectual e incluso político que con sus opiniones no le han favorecido, se constituyan en personajes destacados en la FIL, pero igual ha sido habitual la presencia de muchos otros que sí se han inclinado por tendencias muy afines al actual presidente. Incluyendo varios de sus actuales funcionarios.

En otras palabras, la FIL ha sido el campo abierto donde las ideas fluyen con la necesaria libertad para hacer planteamientos globales, nacionales o locales dentro de una esfera de cultura, no de pronunciamientos ni tendencias políticas predeterminadas.

Pensar que la FIL ha sido organizada en los “últimos años” para impugnar o atacar al presidente es como si éste se creyera ser el eje y objetivo del pensamiento de todo mundo, megalomanía a la que realmente no creemos que llegue.

La FIL no es producto de una sola persona, aunque sí ha tenido un liderazgo importante. Es reconocida mundialmente como el encuentro bibliográfico más relevante del orbe acaso superado por la casi histórica Feria del Libro de Frankfurt en Alemania.

Y en el caso de la hispanidad y la latinidad, sin duda es la primera. Para Jalisco es prácticamente el estandarte de una tradición cultural señera y, por si fuera poco, de una respuesta popular con características que la convierten en una reunión excepcional por su magnitud con enorme afluencia de visitantes que provienen del estado, del país y de Latinoamérica, principalmente.

El homenaje que cada año hace a una nación extranjera, los premios y reconocimientos que otorga, la cantidad de personalidades que congrega, la convierten en una experiencia única e inigualable.

Verdaderamente no puede sino señalarse que esta vez el presidente enfocó de una manera equivocada su embate político del día. En particular entendemos sus molestias ante un gobierno estatal que no le es a modo de muchos de sus intereses, pero también hay que ver que tampoco el gobernador Alfaro ha sido lo afín que él piensa con respecto al presidente de la FIL, y no ha sido igual todo el tiempo.

Hay una confusión terrible en la mente del mandatario nacional en cuanto a la cultura y el desarrollo de la vida intelectual del país. Todo indica que ni la entiende ni le interesa.

Pero debe dar por sentado que la FIL existe desde hace más de treinta años, que son muchos sexenios gubernamentales, y que permanecerá seguramente muchos más, cuando la vida del país siga su destino, porque una institución de esa naturaleza trasciende más allá de la óptica miope de quien pueda sentirse, en su momento, hasta el centro del universo.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara

@MiguelZarateH

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.