Adicción a las Redes Sociales

HABLEMOS DE DERECHO/Salvador Romero

 

El pasado martes 17 de noviembre, comparecieron nuevamente ante el Senado norteamericano Mark Zuckerberg y Jack Dorsey, fundadores de Facebook y Twitter respectivamente, con el objeto de seguir explicando las decisiones que tomaron en el último proceso electoral de aquel país, incluyendo el “banneo” o la censura (total o parcial) de muchas publicaciones relacionadas con dicho proceso.

Sin embargo, al margen del tema estrictamente político y electoral, surgió un tema del que ya hace algunos años se viene hablando y estudiando sin que exista una conclusión definitiva todavía sobre su existencia, gravedad y posible solución: la adicción a las Redes Sociales Digitales.

Una de las cuestiones que me llamó profundamente la atención fueron las diferentes posturas de ambos, pues mientras que Dorsey reconoció creer que dichas plataformas sí pueden llegar a ser adictivas (aunque sin atreverse a afirmarlo como un hecho probado: “pienso que, como todo lo demás, que estas herramientas pueden ser adictivas”); el otro, Zuckerberg, se negó a aceptar que ello sea algo todavía probado o “conclusivo” (porque ciertamente no lo es), pero sin reconocer que creía que así lo fuera.

Esta postura de Zuckerberg no pudo evitarme recordar las posturas que tuvieron durante muchas décadas los productores de cigarros, quienes siempre que pudieron se negaron a reconocer que existiera un vínculo entre enfermedades pulmonares o el cáncer, con el consumo de los cigarrillos, y que incluso activamente buscaron la manera de desacreditar, por alguna razón u otra, los estudios que así lo señalaban. La película El Informante (The Insider) del año 1999, cuenta muy bien la historia -basada en hechos reales- detrás de los últimos días de esta negación.

Lo anterior, en virtud de que si bien es cierto que “comprobar” algo es una labor sumamente compleja (cualquier persona que haya realizado una tesis sabe que incluso defender una hipótesis sencilla puede llegar a ser un trabajo titánico), la realidad de las cosas es que existen muchas cuestiones que no necesitan ser plenamente comprobadas para poder ser reconocidas como “altamente factibles”.

En ese rubro se encuentra, sin duda, el tema de la adicción a las Redes Sociales Digitales, que han generado condiciones sumamente artificiales para que el ser humano, animal social al final de cuentas, pueda llegar a obtener elevadas cantidades de neurotransmisores, especialmente dopamina y oxitocina, directamente vinculados con el placer que recibimos por el reconocimiento social.

Dichos neurotransmisores, antes de dichas herramientas normalmente accesibles en cantidades sumamente moderadas (como cuando sacábamos 10 en un examen o lográbamos una meta considerable, que causaba el reconocimiento y felicitación de nuestros seres más cercanos), ahora son accesibles en cantidades masivas y “sobrenaturales” a través de las referidas plataformas, ya que cada “me gusta”, cada “like”, cada comentario positivo, cada “jajaja”, cada “retweet”, se convierten en una dosis de “placer” social.

En conclusión, me parece irresponsable que plataformas como Facebook actúen como las tabacaleras respecto al consumo de cigarro, las refresqueras respecto al consumo de azúcar o Dupont respecto a la seguridad del “teflón”, y no reconozcan que es “altamente probable” que su producto sea adictivo y pueda crear problemas de salud para sus usuarios y, muy por el contrario, tengan un “ejército” de especialistas en la manipulación del consumidor, dedicados de tiempo completo a encontrar nuevas fórmulas y métodos que nos hagan pasar más tiempo navegando en ellas… hasta el grado de la adicción.

@chavaromero

Consejero Ciudadano ITEI Jalisco

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