Los inicios de los electrochoques

En 1938 un médico italiano, Ugo Cerletti, intentó con cargas eléctricas curar la esquizofrenia, así nació esta terapia

Hace 73 años, en abril de 1938, el neurólogo italiano Ugo Cerletti aplicó por primera vez la terapia electroconvulsiva, a un paciente esquizofrénico con alucinaciones, delirios y confusión.

Cerletti había visitado un matadero romano en que se electrocutaba a los cerdos como una manera de ‘anestesia’ antes de cortarles la garganta; ahí notó que presentaban una crisis de epilepsia artificial, y como los médicos de aquel tiempo pensaban que la gente con epilepsia jamás sufría esquizofrenia (idea que después se comprobó era errónea), decidió aplicar el método a seres humanos para ‘curar’ ésta.

La provocación de una crisis convulsiva (epiléptica) curaría la esquizofrenia.

Antes ya se habían utilizado otros tipos de shocks, los de insulina. Al inyectar un exceso de ella se provocaba una bajada de azúcar (hipoglucemia) que inducía convulsiones y coma. El riesgo de muerte que ello provocaba, así como la aparición de lesiones retinianas con ceguera, lo hacía desaconsejable, sin embargo los pacientes mejoraban.

Otros intentos para crear convulsiones incluyeron el contagio de malaria e inyecciones de un derivado del alcanfor (cardiazol o metrazol), un excitante nervioso parecido a las anfetaminas.

Así, no se dudó en aplicar electrochoques a enfermos mentales graves, para tratar de modo bastante inespecífico diversos tipos de enfermedades. Hoy, más que en ‘esquizofrénicos’, se le utiliza sobre todo para personas consideradas ‘depresivas’.

Esta terapia, que hace pasar por la cabeza del paciente una cantidad de corriente capaz de mantener encendido un foco de 10 wats durante dos segundos (hoy es monitoreada mediante encefalogramas, y la respuesta convulsiva se disminuye con anestesia y relajantes musculares), ha estado rodeada de polémica, con opiniones contrastadas entre los pacientes y sus familiares, quienes cuestionan su eficacia y los efectos secundarios, y los psiquiatras, que defienden sus beneficios.

Otros métodos que utilizan impulsos eléctricos, por ejemplo, son el marcapasos cerebral para tratar el Parkinson, la epilepsia y las depresiones, y los desfibriladores para resucitar al corazón.

El escritor Ernest Hemingway se suicidó en 1961 después de haber recibido un tratamiento de 15 sesiones con choques eléctricos.

Pocos días antes de su muerte, había comentado a un amigo que el tratamiento había destruido algo de él; que le había provocado la pérdida de una gran parte de su memoria.

Con información de Muy Interesante

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