El tecolote, el ave que anunciaba la muerte

En un sinfín de civilizaciones antiguas, los búhos, lechuzas y otras especies de aves nocturnas se relacionaban con la oscuridad, el frío y otros planos terrenales y las culturas prehispánicas no eran la excepción:

Tanto los mayas como los nahuas tenían un especial respeto hacia los tecolotes, aves rapaces nocturnas de menor tamaño que el búho que se extienden por México y Centroamérica. Su aparición durante la noche cerca de asentamientos humanos, su ulular a la lejanía y sus enormes ojos alimentaron distintas leyendas que le atribuyeron una relación directa con la muerte y el inframundo.

Para los mayas, el tecolote era conocido como tunkuluchú y se creía que poseía la habilidad de percibir cuando la muerte de alguien estaba próxima. En el Popol Vuh, los quichés de Guatemala describieron a los cuatro mensajeros de Xibalbá (el inframundo maya) como tecolotes desmembrados.

Según la leyenda del tunkuluchú, el tecolote fue uno de los invitados a una fiesta en el reino de los aves, pero después de beber balché (una bebida alcohólica de la zona maya que consiste en almíbar fermentado) fue humillado por un hombre y se ganó la burla de todas las aves presentes. Desde entonces y como venganza, el tunkuluchú prometió que sería el encargado de anunciar a los humanos la hora de su muerte.

La trascendencia de esta leyenda en la cultura popular es tal, que aún se suscitan algunos encuentros hostiles cuando algún tecolote o lechuza aparece en regiones donde esta creencia se mantiene vigente y los pobladores intentan lastimarlo para evitar que se cumpla su presagio.

Para los mexicas, los tecolotes eran uno de los animales relacionados con la muerte y eran representados con tocados similares a los de Mictlantecuhtli (dios de la muerte y deidad principal del inframundo).

Tal y como los mayas, su aparición era indeseable y anunciaba la proximidad de la muerte o un presagio funesto en el futuro inmediato. En el centro de México, los hallazgos arqueológicos de silbatos con rostros de calaveras o tecolotes que llevaban el compás de distintos rituales mortuorios entre los mexicas, demuestran que poseían una relación directa con el inframundo.

Sin embargo, las malas noticias que el tecolote traía consigo no eran una sentencia de muerte. Según Alfredo López Austin, historiador experto en cosmovisión mesoamericana, con ayuda de otras deidades o enfrentándose a ellos, era posible evitar alguna tragedia:

“El aviso era el canto de la lechuza y el arañar de sus garras sobre los tejados de las casas de la gente. Los afectados sabían que la lechuza era un yaotequihua enviado por Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, el señor y la señora de la Región de la Muerte. El ave llevaba el mensaje de que uno de los miembros del hogar debía viajar muy pronto al otro mundo. Pese a su origen divino, el mal podía detenerse”, explica en Arqueología Mexicana.

Por supuesto, las representaciones del tecolote y su presencia en el pensamiento prehispánico son parte de un legado cultural único; sin embargo, su aparición no tiene ningún significado, ni predice la muerte o cualquier clase de tragedia.

Con información de Muy Interesante

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