Los mitos sobre septiembre y los sismos en México

La llegada de septiembre implica el último tercio del año y al margen de las fechas clave y festividades que se vislumbran en el calendario, una preocupación se apodera de la mente de algunas personas: los sismos.

Aunque la coincidencia ha provocado que relacionemos el mes de septiembre con grandes terremotos en México cada vez con más frecuencia en el imaginario popular, lo cierto es que no existe relación alguna entre este mes (o algún otro) con un aumento en el número de temblores.

La llegada de septiembre no implica de ninguna manera que se aproximen sismos en territorio nacional.

Debido a que México es un país sísmico, los temblores son un fenómeno con el que vivimos día a día y aunque la gran mayoría son imperceptibles –y apenas registrados por sismógrafos que monitorean la actividad sísmica–, el siguiente terremoto puede ocurrir en cualquier momento del año.

Los movimientos de las placas tectónicas pueden ser suaves (deslizamientos de unos cuantos centímetros que provocan un sismo apenas perceptible) o intensos (deslizamientos de varios metros de una placa sobre otra provocando un terremoto).

Para muestra, un ejemplo: en los últimos tres días (del 29 de agosto al 1ero de septiembre), el Servicio Sismológico Nacional ha detectado 163 sismos en México: 146 de magnitud menor de 4.0 y 17 más de magnitud que oscila entre 4.0 y 5.9 y por lo tanto, ninguno ha ameritado la activación de la alerta sísmica.

Además, es un momento más que oportuno para recordar que…

Por más dudas que existan al respecto, no se trata de una opinión, sino de una precisión científica: actualmente no existe forma alguna de predecir los temblores.

Aunado a esto, vale la pena tener presente que los sismos son un fenómeno estrictamente geológico, que se origina al interior de la Tierra y por lo tanto…

A pesar de que es imposible predecir los sismos, el sitio donde ocurren no es completamente aleatorio y la enorme mayoría se producen en los bordes activos de las placas tectónicas.

Existe una zona en el mundo donde se producen el 90 % de los sismos y el 81 % de los terremotos más intensos de la historia, el Cinturón de Fuego del Pacífico.

Como el resto de los países por los que atraviesa el Cinturón de Fuego del Pacífico, México es un país con alta actividad sísmica debido a que en su territorio convergen cinco placas tectónicas: la Placa de Norteamérica, la de Rivera, la del Pacífico, la de Cocos y la del Caribe.

De estas cinco placas, la interacción de tres en la costa del Pacífico es la responsable de la alta actividad sísmica en México, provocada por la placa de Cocos y la de Rivera que mantienen un proceso de subducción por debajo de la Placa Norteamericana.

De ahí que sea más probable que un sismo sacuda la costa del Pacífico mexicano que el extremo noreste del país (Nuevo León y Tamaulipas), considerado una zona asísmica por el Servicio Geológico Mexicano (SGM) debido a que “no se tienen registros históricos de movimientos en los últimos 80 años, ni se esperan aceleraciones del suelo mayores a un 10% de la aceleración de la gravedad a causa de temblores”.

Por lo tanto, la mejor medida con la que contamos para el próximo gran terremoto es la información científica y responsable, además de conservar la calma y saber cómo actuar cuando llegue el momento de hacerlo.

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