El Salto de Juanacatlán

ESCAMOCHA/José Díaz Betancourt

El temporal de lluvias revitaliza la campiña jalisciense y todos sus acuíferos cobran vida pero nos partió el alma ver las imágenes del antiguo Niágara Mexicano: El Salto de Juanacatlán,  lleno de espuma, desechos industriales y orgánicos altamente tóxicos que circuló por redes hace algunos días.

La demostración de su fuerte contaminación se sublimó más que otros años porque lejos de disminuir el control de sus descargas es evidente que aumentaron “a la  callada” aprovechando que hay COVID.

Este paraje que fue de admiración nacional  y paseo obligado por muchos años es ahora motivo de frecuentes excursiones políticas para prometer una y otra vez que se solucionará la contaminación del Rio Grande conocido también como Santiago, mientras que los sufridos pobladores de la comarca ya no se asombran de ninguna promesa y continúan su lucha por su cuenta.

El río y este rincón tan inusual llaman la atención no solo por su altísima polución considerada una de las más altas del mundo sino por su prolongada e inexplicable ausencia de gestión para revertir esa inmundicia.

Vale la pena recordar ahora han salido a la arena los defensores de las energías renovables y limpias-y que hasta amparos han interpuesto para defender esta tendencia- que soterradas a varios metros de profundidad, aún quedan vestigios de las turbinas de lo que fue en su momento la mayor planta de generación de energía eléctrica en México y que sin duda seguiría funcionando con una atinada gestión de la cuenca Lerma- Chapala-Santiago.

PILÓN

Para que tanto brinco… con los semáforos Gatell, si de todas maneras y formas se nos ha solicitado adoptar las medidas sanitarias pertinentes para controlar el contagio y no cumplimos; a contracorriente se autorizan más giros a todas luces riesgosos para el control del COVID. Así cómo.

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