Algunas reflexiones sobre las marchas contra AMLO

PESIMISMO ILUSTRADO/Jorge Rocha

Hace unos días algunas organizaciones civiles y sociales convocaron a marchas de repudio al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Algunos actores políticos como los expresidentes Felipe Calderón y Vicente Fox magnificaron estas expresiones; y seguidores del presidente, y hasta el propio Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriu, se mofaron de estas manifestaciones, al calificarlos como pocos y “fifís”.

Como ya he señalado antes, estas geometrías políticas que dividen a México entre chairos y fifís me parecen muy empobrecedoras y estigmatizantes; y tendríamos que dejar de favorecerlas.

Pero, más allá del debate sobre los intereses, el impacto y la naturaleza de estas expresiones, lo primero que debemos señalar es que en una democracia: 1) todos podemos criticar o apoyar al presidente o a cualquier autoridad gubernamental.

2) Todas y todos podemos mostrar nuestra critica a través de manifestaciones en las calles o expresándolo en distintas plataformas de comunicación.

3) Todas y todos podemos criticar o apoyar a los mismos que disienten o apoyan al presidente; y 4) todos deberíamos expresarnos, apoyar o disentir con actores políticos o sociales y con sus propuestas, en un marco de civilidad política.

Dicho de otra forma, todos podemos criticar o apoyar a quien queramos, con las plataformas elijamos, pero en un marco mínimo de civilidad y sin ningún tipo de limitación.

Esto es la democracia. Ni más ni menos. Sí estas expresiones fortalecen el proceso democrático de México, bienvenidas, aun y cuando sus demandas no sean acordes a nuestras ideas.

Ahora bien, podemos hablar de distintos tipos de oposiciones, las que critican el particular estilo de gobernar de López Obrador y que se incomodan con las “mañaneras, con la forma de vestir, con la manera de expresarse, con el modo como se relaciona con la propia oposición y con su ideología.

Y las oposiciones que hacen señalamientos en torno a los proyectos y actos de gobierno, donde se cuestionan los objetivos mismo de una política, o las estrategias que se diseñan para llevarlo a cabo o que son críticos con el mismo proceso de implementación de las acciones del gobierno, es decir, son oposiciones muy específicas y que señalan aspectos concretos erróneos de la administración pública.

Desde mi punto de vista el primer tipo de críticas siempre existirán y hasta cierto punto son normales en una democracia, pero las segundas me parecen muy necesarias, porque las implicaciones se atenderlas o no, pueden tener grandes impactos sociales concretos.

Ahora bien, desde mi perspectiva hay cuatro grandes sectores que encabezan las principales oposiciones al presidente y que por distintos motivos han manifestado fuertes críticas al desempeño de López Obrador en estos cinco meses:

1. Hay una parte del sector empresarial que desconfían en las políticas económicas del actual gobierno y ve con mucho recelo la política social y el apoyo a ciertos sindicatos. Para este grupo la información en torno al raquítico crecimiento económico reportado en el primer trimestre, prendieron los focos amarillos frente al entorno económico y que de muchas formas expresan que no están conformes con la economía del país.

2. Hay un grupo de periodistas, intelectuales, académicos y activistas que se han pronunciado en contra de proyectos o acciones del presidente, ya que desde su punto de vista vulneran la democracia o se continúan con políticas fallidas que se implementaron en otros sexenios.

3. Los partidos políticos por naturaleza serán opositores a cualquier gobernante, pero en el caso actual, parece que Acción Nacional se erige como el actor con mayor antagonismo hacia el presidente, y en el caso del PRI, PRD, MC es una relación de mayor colaboración, sin decir que también han expresado críticas al nuevo gobierno.

No podemos dejar de señalar que la oposición de los partidos hacia el gobierno de López Obrador ha sido poca, sin fuerza y con poca capacidad de incidencia.

4. Algunos proyectos de la actual administración como el Tren Maya o el proyecto del Istmo de Tehuantepec, han generado resistencias comunitarias e indígenas frente al gobierno actual, ya que consideran que estos proyectos vulneran sus derechos.

La mayor crítica de estos colectivos es que no ven diferencia con las posturas de los gobiernos anteriores.

Habrá que seguirles la pista a estas críticas y oposiciones; y más allá de sus argumentos (muy distintos entre sí), los contrapesos siempre serán bienvenidos en una democracia.

Académico del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO

@JorgeRochaQ

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