Lo nacional y lo local en las elecciones

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DIVISADERO/Eduardo González

 

Algunas conclusiones de las pasadas elecciones se pueden trazar a partir del impacto que tuvieron dos escenarios que comparten el territorio de la República Mexicana, pero que se mueven con dinámicas propias y responden a intereses focalizados.

Esto es, los propios procesos locales y la dinámica nacional.

El escenario nacional desde luego impactó negativamente al Partido Revolucionario Institucional. No podemos cerrar los ojos frente a la multiplicidad de problemas nacionales que el “gobierno” de Enrique Peña Nieto, no solo no ha podido resolver, sino que su incapacidad ha sido determinante para incrementarlos.

A saber: el fracaso de la lucha contra el crimen organizado; el aumento en el número de homicidios y la cotidianidad de la violencia urbana y rural; las extorsiones que no dejan de incrementarse; los altos índices de corrupción e impunidad; los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; las intensas movilizaciones magisteriales encabezadas por la CNTE en su lucha contra la reforma educativa; la economía que no termina por fortalecerse con el componente de la devaluación, desempleo, y baja en el precio del petróleo.

Sin olvidar, desde luego, el bajo desempeño del inquilino de Los Pinos quien en marzo pasado registró su nivel más bajo desde el inicio de su gestión, al obtener 57% de desaprobación de la ciudadanía y 82% por parte de los líderes de opinión.

Todo ello, tuvo su impacto para el voto contra el tricolor y a favor de otras fuerzas políticas que se materializó en la pérdida de siete gubernaturas frente al Partido Acción Nacional y sus diversas coaliciones.

Pero más cerca de las comunidades, en un espacio local, las dinámicas creadas por la incapacidad de la clase gobernante a nivel estatal y municipal generaron otros impactos, incluso de mayor envergadura a los producidos por las lógicas nacionales. Por ejemplo, la significativa presencia de gobernadores y ex gobernadores en las denuncias de corrupción que no han generado prácticamente nada en contra de los mandatarios estatales.

La terrible violencia que sacude a Tamaulipas convertido prácticamente en un narco Estado donde las autoridades han perdido el control absoluto del territorio.

El caso de Veracruz, es uno más donde la insensibilidad, incompetencia, corrupción e impunidad del gobernador hizo que la ciudadanía le diera la espalda al tricolor.

Una suerte similar corrieron los gobiernos de Sinaloa, Oaxaca y la Ciudad de México, que aunque no estaban en manos priistas, sus respectivos gobernadores también resintieron el voto de castigo por los malos resultados obtenidos en sus gestiones.

Así las cosas, para 2018 la lectura que se realice de los posibles escenarios electorales deberá incluir más que nunca las dinámicas locales que influirán claramente en los resultados nacionales.

Analista político

Profesor-Investigador
Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales
Tecnologico de Monterrey

@contodoytriques

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